Muchos síntomas de patologías ginecológicas y oncológicas suelen ser malinterpretados o asociados con otra situación. Informarse, ser constante con los auto-exámenes y hacer los controles de rutina, claves en la prevención.
“Siempre tuve nódulos, parecía uno más”. “Me golpeé la mama y bueno… creí que este bulto era por eso”. “Cómo no me duele, pensé que no era urgente”. “Estuve a mil acompañando a un familiar en otro tratamiento y recién ahora puedo venir a consultar yo”. Estas y otras frases similares son escuchadas habitualmente por los médicos en sus consultorios. Son la punta de un ovillo que comenzó mucho tiempo antes: una señal que no fue escuchada.
La falta de tiempo, las demandas cotidianas que impone la rutina, el desconocimiento y hasta el temor a recibir un diagnóstico que no se desea escuchar son los factores por los que, muchas veces, las pacientes llegan a la consulta médica mucho después de que el cuerpo diera una alerta.
Tras dos años de pandemia en los que los cuidados estuvieron focalizados en la prevención del Covid, este Día Internacional de Acción por la Salud de la Mujer -que se celebra cada 28 de mayo- plantea el desafío de volver a poner el ojo en esas luces que titilan en nuestro organismo y que muchas veces no miramos.
Las patologías más frecuentes
¿Cuáles son las enfermedades ginecológicas más frecuentes en la Argentina? El médico Rodolfo Righetti (MN 66415), especialista en Ginecología de Swiss Medical Group, explica que se las puede dividir en dos grupos. Las de bajo riesgo, donde figuran trastornos funcionales del ciclo menstrual, vulvovaginitis, imágenes quísticas en anexos y nódulos mamarios benignos; y las de alto riesgo, que incluyen el cáncer de mama, el de cuello uterino y el de endometrio.
La etapa de la vida de la mujer es otro patrón para identificar cuáles de estas patologías resultan más habituales. “Si hablamos de mujeres jóvenes, probablemente los motivos más frecuentes de consulta sean las infecciones (ya sea vulvovaginales o de la vía urinaria), el dolor durante las menstruaciones, llamado dismenorrea; el dolor durante las relaciones sexuales, llamado dispareunia; o el sangrado irregular o abundante”, explica la doctora Verónica Fabiano (MN 122874) médica ginecóloga y mastóloga del Instituto Alexander Fleming.
“Estos síntomas pueden deberse, por ejemplo, a miomas uterinos o pólipos en el endometrio. También existe una patología benigna llamada endometriosis. Afecta alrededor del 10% de las mujeres jóvenes y se produce cuando el endometrio (tejido que se ubica normalmente en la cara interna del útero) se encuentra fuera de él, por ejemplo en los ovarios o la cavidad abdominal”, especifica.
Fabiano destaca que es importante que la mujer realice una consulta con su ginecólogo/a de cabecera ante estos síntomas:
Dolor moderado o intenso durante las menstruaciones
Sangrado abundante o irregular (fuera del período menstrual o luego de la menopausia)
Flujo vaginal fétido
Aumento del perímetro abdominal en forma relativamente rápida
Nódulo de mama, cambios de coloración en la misma o retracción de la piel
Nódulo en la axila
Derrame o secreción por el pezón
Alteraciones o ausencia del ciclo menstrual
Un problema habitual es que estos síntomas son detectados, pero terminan siendo malinterpretados o asociados a otra situación. El doctor Righetti explica que, por ejemplo, muchas veces sucede que el sangrado anormal es interpretado como trastornos del ciclo o que las alteraciones en la mama no son valoradas como relevantes.
A esto se suman las complicaciones que trajo la pandemia de covid-19. “Ha imposibilitado la atención de muchísimas patologías, incluso hasta la actualidad. Esto dificulta la realización de estudios que permiten un diagnóstico temprano y el tratamiento oportuno de muchas enfermedades, sobre todo en el caso del control ginecológico, en donde a través del examen físico y la realización de estudios rutinarios como el PAP y colposcopia o una mamografía se pueden prevenir enfermedades muy frecuentes en nuestro país como el cáncer de cuello uterino o el cáncer de mama”, detalla Luciana Sabatini (MN 153025) mastóloga y ginecóloga del Instituto Alexander Fleming.
Las señales del cáncer de mama
“Ciertos nódulos pequeños o retracciones pasan inadvertidas por las mujeres a la hora de examinarse. La mama de la mujer cíclica sufre cambios a lo largo del ciclo que muchas veces se consideran normales, porque luego de la menstruación desaparecen. Un nódulo persistente debería ser atendido”, destaca el doctor Luciano Cassab (MN 79867), presidente de la Sociedad Argentina de Mastología.
Las retracciones son signos indirectos de que pueden crecer tumores que están cerca de la piel, difíciles de ser observados si la paciente no tiene el ritual de examinarse periódicamente. “Otros signos como el dolor o las secreciones por pezón, suelen ser alarmantes y motivar una consulta, aunque la mayoría no responde a patología maligna. En la mujer postmenopausia se dan situaciones similares, pero estas no desaparecen con el tiempo y pueden acentuarse”, destaca Cassab, que es jefe de la sección de Mastología del Hospital César Milstein (ex Htal. Francés).
Una situación propicia para observar la mama e identificar señales de que algo anda mal es el momento de la ducha. En este auto-examen, se busca identificar cualquier retracción, asimetría, cambio de coloración de la piel, edema, o desviación del pezón. Los especialistas recomiendan a todas las mujeres mayores de 20 años que realicen la autoexploración mamaria. Después de los 25 años, lo mejor es que un especialista explore sus mamas anualmente. Y a partir de los 40 años de edad, es conveniente realizar una mamografía en forma anual.
“Conocer las mamas hace que sea más fácil identificar si hay algún cambio, como por ejemplo algún nódulo o bulto que sobresale o que retrae la piel, sentir la textura de la piel, ver el color de la mama, si hay cambios en una sola o en ambas mamas. ¡Sabemos que las mamas muchas veces no son iguales, pero a veces la asimetría si no era lo habitual debe llamar la atención!”, agrega Carola Allemand (MN 114.058), miembro de la Sociedad Argentina de Mastología y especialista del Hospital Italiano de Buenos Aires.
Muchas veces se autopalpan bultos en las mamas que no son patológicos y solo obedecen a cambios fisiológicos. Por eso, aclara Cassab, el auto-examen es el primer paso para la detección, pero debe ser siempre acompañado del control con el mastólogo. “En los primeros estadios no suele palparse nada y es por eso que necesitamos los exámenes complementarios para detectar la enfermedad antes de que sea evidente”, apunta.
“Es importante recalcar que el dolor no es un síntoma de cáncer de mama, las mamas habitualmente duelen, el dolor puede ser cíclico o permanente. Obviamente ante un cambio en el patrón del dolor hay que consultar, pero es raro que se trate de un cáncer de mama”, suma la doctora Allemand.
El temor al diagnóstico, como factor de demora
Hay diversos factores que influyen para que muchas mujeres no consulten a tiempo ante la aparición de un síntoma sospechoso. Algunos están asociados el nivel educativo y económico de la paciente, la posibilidad de cobertura médica y la distancia con los centros de atención médica.
En otros casos, lo que sucede es que se subestiman los signos o síntomas de posible cáncer de mama. “Es frecuente que se mencione la confusión entre displasia mamaria y un nódulo maligno de la mama y cambios relacionados con el ciclo menstrual”, explica el doctor Carlos Martín Loza (MN 86925), miembro de la Sociedad Argentina de Mastología y subdirector del Centro Mamario del Instituto Alexander Fleming.
El experto señala que otro factor es el temor a un diagnóstico de cáncer, como al tratamiento que deba realizar y sus consecuencias, además de que puede estar presente cierto resquemor por una historia familiar relacionada con un tumor de mama.
Estas situaciones dificultan el acceso a un diagnóstico temprano que, en el caso del cáncer de mama, “conlleva a realizar tratamientos quirúrgicos y sistémicos menos agresivos con una muy alta probabilidad de curación. Por eso es muy importante concientizar a las mujeres a realizar los estudios de mamografía a partir de los 40 años de forma anual para lograr un diagnóstico precoz”, destaca Loza.
Detectar a tiempo
No sólo en el tratamiento del cáncer de mama la detección temprana aporta un beneficio elevado. “En las enfermedades benignas, un diagnóstico precoz permitirá realizar el tratamiento adecuado, brindando alivio en los síntomas y mejorando la calidad de vida de las pacientes”, destaca la doctora Sabatini.
Allí también toma mucho valor la consulta médica, ya que es donde pueden surgir datos relevantes, que van más allá de los síntomas. “En las consultas interrogamos también acerca de los antecedentes familiares porque algunas patologías pueden estar asociadas a la herencia, tanto por rama materna como por rama paterna. Es importante que las pacientes conozcan y refieran estos antecedentes”, detalla Fabiano.
“Sin lugar a dudas tener un médico de confianza, al cual recurrir frente a situaciones consideradas como anormales o no habituales, y que además nos conozca y podamos considerarlo como ‘de cabecera’ redunda en un beneficio personal muy superior a la consulta ocasional en un centro de emergencias”, concluye el doctor Righeti.