Alice Mitchell dirigía una «granja de bebés», una práctica que consiste en aceptar la custodia de un pequeño simplemente para generar ingresos y no necesariamente para cuidarlo.
Alice Mitchell, conocida como «la cuidadora malvada», afrontó un juicio por el crimen de un bebé, pero el horror se apoderó de todos al comprobarse que había matado a por lo menos 37 de ellos, en un período de seis años, por lo que se convirtió en la peor asesina serial de Australia.
Mitchell dirigía una «granja de bebés», una práctica que consiste en aceptar la custodia de un pequeño simplemente para generar ingresos y no necesariamente para cuidarlo.
Esta mujer no tenía experiencia en ningún tipo de enfermería, salvo como madre de sus propios hijos.
Sin embargo, para ese oficio no se requería experiencia, ya que según la Ley de Salud del estado de 1898, cualquier persona que se hiciera cargo de la custodia de los niños a cambio de un pago simplemente tenía que demostrar que era «de buen carácter» y registrar sus instalaciones para tal fin.
La mayoría de los niños que recibió esta homicida eran de madres solteras que estaban obligadas a volver a trabajar para mantenerlos.
También había mujeres casadas, pero que estaban separadas de sus parejas, al tiempo que un hombre dejó a su bebé con Mitchell después de la muerte de su esposa y no tenía familia en Australia Occidental para cuidarlo.
En marzo de 1902 murió Agnes Donovan, de siete semanas de vida, debido a un cuadro de «marasmo y síncope (colapso)» según el doctor Saw, quien expidió el certificado de defunción.
Marasmo era el término que se utilizaba para describir la malnutrición que resulta potencialmente mortal debido a un cuadro de desnutrición, especialmente en los lactantes que son alimentados artificialmente en lugar de amamantados.
La muerte de Donovan fue trágica, pero no despertó preocupación en el médico o en las autoridades sanitarias.
Al parecer era muy normal la muerte de bebés en esa época a raíz, sobre todo, de las diarreas de verano.
El 5 de febrero de 1907, el policía O`Halloran visitó el lugar donde Mitchell desempeñaba su tarea, porque buscaban a la madre de un pequeño que no había pagado y la homicida necesitaba dinero para alimentar al niño.
La mujer salió de una habitación con el bebé envuelto en una manta delgada, pero vistiendo solo un pañal de tela sucia. O`Halloran notó un olor nauseabundo proveniente del niño, cuyo rostro estaba pálido y arrugado, sus ojos inflamados, su cráneo demasiado grande para sus rasgos encogidos, dándole el aspecto de una anciana.
Asimismo, el cuerpo estaba tan demacrado y flácido que al policía normalmente implacable le costaba mirarla.
Antes de regresar a la casa de Mitchell, el cabo conversó con su supervisor de distrito, el inspector William Charles Sellenger.
Ambos escucharon muchos rumores sobre esa «granja de bebés» en Highgate y las irregularidades de la misma, pero nadie quería presentar una queja formal para investigar el lugar. y mucho menos las madres de los bebés, ya que se exponían a revelar lo que era una vergüenza secreta admitiendo que habían dado a luz a un hijo ilegítimo.
El policía volvió a la casa en cuestión con el doctor Thomas Davy, el médico del gobierno.
Mitchell dirigió a los dos hombres a una de las habitaciones a la izquierda del pasillo y fue a buscar al bebé de Maud Brown a otra parte de la casa.
En la cama doble de la habitación en la que estaban ahora, una habitación que ambos recordarían más tarde como desordenada y con un olor desagradable, encontraron a otra bebé, Ethel Booth.
El médico se inclinó para examinar a la niña demacrada, que estaba demasiado débil para apartar las moscas que le asaltaban los ojos, y declaró que ella «estaría muerta dentro de diez días».
Cuando entró la homicida, el doctor preguntó: «¿Sabes qué le pasa a este niño?».
Y ella respondió: «Le están saliendo los dientes». El médico se volvió para examinar al otro bebé, el hijo de Maud Brown que lo habían llamado para que lo viera y pidió que lo llevaran al hospital de inmediato.
Enseguida, el cabo O`Halloran le pidió a Alice Mitchell que le mostrara su registro.
Ella se lo llevó, él hojeó sus páginas, señaló que los registros comenzaron en diciembre de 1902 y después de hojear las entradas, el cabo señaló que no se había registrado nada desde 1904, cuando ella vivía en Cavendish Street.
La mujer respondió que solo había tenido dos bebés a su cuidado desde entonces, el bebé Booth y el bebé Brown.
Bajo la dirección del inspector Sellenger, el policía comenzó a investigar las actividades de la cuidadora, pero ahora podía estudiar más de cerca las entradas del registro que ella le había entregado.
Después de descifrar la letra, descubrió que había muchas omisiones y discrepancias en lo que se había registrado.
Sin embargo, en un momento se dio cuenta de que de los primeros 13 bebés que la señora Mitchell había incluido en su registro, todos habían muerto. En ese sentido, 19 de los 23 pequeños que había llevado registros habían muerto.
El martes 12 de febrero murió la bebé Ethel Booth, un día después de su ingreso en el hospital y menos de una semana después de que el doctor Davy la declarara condenada.
El director médico residente del hospital, Herbert Tymms, realizó una autopsia en presencia de Davy.
El viernes 15 de febrero, el cabo O`Halloran arrestó a Alice Mitchell en su casa y la acusó del homicidio ilegal de Ethel Booth.
Luego llegaría el juicio por ese crimen y posteriormente la confirmación de que al menos 37 niños murieron bajo su cargo.