El Consejo Argentino de Oftalmología puso en marcha una encuesta para determinar cómo inciden hábitos de vida de las infancias y el uso de pantallas en la salud visual.
¿Cuántas horas pasa su hijo al aire libre un día de clases? ¿Cuántas horas pasa usando celulares o tablets? ¿Cuántas pasa leyendo libros? Estas preguntas forman parte de una investigación lanzada por el Consejo Argentino de Oftalmología en un intento de buscar las causas de un fenómeno que preocupa a los profesionales: después de la pandemia en las grandes ciudades del país, como Rosario, las consultas de niños por problemas de visión aumentaron hasta un 40 por ciento.
El Consejo Argentino de Oftalmología se fundó en Rosario, allá por mayo del 62, con el objetivo de impulsar la capacitación profesional de los médicos y defender la salud visual de la población, según se explica en la página web de la institución. Desde el organismo ya vienen advirtiendo sobre las consecuencias de la creciente exposición a pantallas, de la televisión, el celular o la computadora, para la salud visual de las infancias. Ahora, con una encuesta anónima lanzada a las familias de menores de 15 años, se pretende hacer un mejor diagnóstico del problema.
La investigación impulsada por el consejo de oftalmología es una de las actividades centrales de la Semana de la Concientización sobre la Miopía. La campaña finaliza este viernes 14 de junio y coincide con el Día Nacional de la Miopía. La fecha elegida se relaciona con la muerte del escritor Jorge Luis Borges, el 14 de junio de 1986, en Ginebra (Suiza).
«Nuestro objetivo es concientizar respecto a la miopía infantil, una enfermedad ocular que trae aparejadas distintas patologías; pero que como todas las enfermedades se puede evitar, prevenir y tratar», explica el médico Alejo Vercesi, oftalmólogo, profesor honorario de la Universidad Nacional de Rosario y miembro del Consejo Argentino de Oftalmología.
La miopía es una afección de la vista en la que los objetos lejanos (como puede ser el pizarrón, la identificación del colectivo o una señal de tránsito) se ven borrosos, mientras que los objetos cercanos se ven claros. Se produce cuando la forma del ojo impide que la luz se enfoque correctamente: los rayos de luz que se deberían enfocar en los tejidos nerviosos de la parte posterior del ojo (retina) se enfocan delante de la retina.
Durante mucho tiempo, señala Vercesi, se pensó que la miopía se solucionaba recetando lentes, pero hay formas de tratarla y, sobre todo, prevenirla. En este punto, la consulta temprana a un profesional resulta clave.
El Ministerio de Salud de la Nación recomienda realizar un control visual al inicio del ciclo escolar para «detectar problemas de visión que pueden impactar en el rendimiento y en la integración» de los niños. Y sugiere a los padres consultar con premura a los equipos de salud, «si sus hijos se sientan muy cerca de la televisión o la computadora, si lee y escribe muy cerca de la hoja, si achica los ojos para leer algo que se encuentra lejos o si tuerce la cabeza o mira de costado».
La otra pandemia
Para Vercesi, la miopía infantil bien podría considerarse una pandemia, «que se va a ir agravando a través del tiempo, con graves consecuencias para la visión».
Según advierte, hay estudios hechos en el país, y en otros países, que señalan que a partir de las medidas de aislamiento obligatorio durante la pandemia de coronavirus, donde el uso de pantallas fue más intenso entre niños y adultos, se ha producido un aumento en los porcentajes de niños y adolescentes con miopía.
«En las grandes ciudades, desde 2020, las consultas por este tema crecieron entre un 30 y un 40 por ciento», afirma y marca una paradoja: «el uso abusivo de las tecnologías de la comunicación e información está convirtiendo a estas herramientas que sirven para ayudar a ver el mundo en una herramienta que impide el desarrollo de la visión».
En los adultos, explica, las consecuencias para la vista de la sobreexposición a pantallas se traducen en síntomas como ojos secos, fatiga ocular, ardor o inflamación o dolor de cabeza, pero en las infancias la cosa es distinta. «En cuatro o cinco primeros años de vida se termina de desarrollar la función visual. Por eso, cualquier obstáculo que haya en esa etapa de maduración del sistema nervioso y la retina, puede generar problemas, como la miopía», describe.
Consejos para padres
La Sociedad Argentina de Oftalmología Infantil elaboró una serie de recomendaciones en relación al uso de dispositivos electrónicos entre los menores. Por ejemplo, evitar el uso de dispositivos electrónicos antes de cumplir los dos años, entre los dos y los cinco limitar su utilización a una hora por día y establecer límites de exposición incluso en mayores de 6 años.
Además, incrementar la participación de los chicos en actividades al aire libre, por lo menos dos horas al día, realizar controles oftalmológicos periódicos y mantener una buena nutrición.
«Hay que evitar el uso de pantallas entre los chicos a muy corta edad, cuando todavía no se terminó de desarrollar la parte sensoria del ojo», remarca Vercesi y considera que la miopía se previene «limitando también el uso de pantallas en las escuelas, cambiando la currícula en los colegios y promoviendo actividades y juegos al aire libre».
Se trata, hablando mal y pronto, «de no convertir a las pantallas en un chupete electrónico porque pueden generar problemas irreversibles que vamos a ver cuando estos chicos tengan diez años o más».