«No perseguimos ningún plazo. Todos los objetivos fijados por el presidente Vladimir Putin se cumplirán», aseguró Nikolai Patrushev, secretario del Consejo de Seguridad rusa.
Rusia intensificó este martes su ofensiva contra los últimos focos de resistencia en la región ucraniana de Lugansk, en la cuenca esteña del Donbass, y se dijo determinada a alcanzar todos sus «objetivos» en una guerra que entró en su cuarto mes. Ucrania consiguió alejar a las fuerzas invasoras de Kiev y Jarkov, pero reconoce «dificultades» para contener la ofensiva en el Donbass, que incluye las regiones de Lugansk y Donetsk, ya parcialmente controladas desde 2014 por los separatistas prorrusos.
El ministro ruso de Defensa, Serguei Shoigu, expresó que Moscú «continuará con la operación militar especial hasta que se cumplan todos sus objetivos, poco importa la enorme ayuda occidental al régimen de Kiev ni la presión sin precedentes de las sanciones» aplicadas contra su país. El lunes el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, había advertido: «Las próximas semanas de guerra serán difíciles».
Lugansk en la mira
Las tropas rusas centran actualmente su ataque en Lugansk, un bastión de resistencia en el este, y tratan de rodear las ciudades vecinas de Severodonetsk y Lysychansk. El ministerio de Defensa ucraniano reportó combates encarnizados muy cerca de esas dos ciudades, a unos 100 kilómetros al noroeste de Lugansk, en las localidades de Popasna y Bajmut. En las últimas horas, fuertes bombardeos destruyeron escuelas y afectaron a refinerías y plantas químicas en la región que se considera el motor industrial de Ucrania.
Aunque los bombardeos son constantes, muchos habitantes se niegan a partir. «La gente no se quiere marchar», lamentó el vicealcalde de Bajmut, Maxim Sutkoviy, frente a un ómnibus medio vacío previsto para alejar a los civiles de los combates. La ciudad de Severodonetsk es bombardeada «las 24 horas del día» por los rusos, que «utilizan la táctica de tierra arrasada», afirmó el gobernador de Lugansk, Sergei Gaidai, al reportar cuatro muertos en un bombardeo.
Afianzar el control en el este
El alcalde de Mariupol, Vadim Boichenko, acusó a las «fuerzas de ocupación rusas» de comportarse como un «Estado terrorista», en una intervención virtual ante Foro Económico Mundial de Davos, Suiza. Después de la caída de Mariupol, Severodonetsk supondría un valioso trofeo de guerra para Moscú en el Donbass.
Rusia afianzaría de esa manera su control del este, luego de establecer el nexo terrestre entre el Donbass y la península de Crimea, anexionada en 2014. El primer paso para lograrlo, en los primeros días de la guerra, fue la captura de Jersón, en el sur de Ucrania y al norte de Crimea.
El frente meridional parece actualmente estable, aunque los ucranianos informaron de un «avance» de sus divisiones «en dirección a Jersón, a través de la región de Mikolaiv». En Jarkov el metro volvió a funcionar, después de servir durante semanas de refugio antiaéreo y donde todavía se siguen alojando numerosos desplazados.
En la madrugada del martes tres misiles rusos Iskander impactaron cerca de Jarkov, la segunda mayor del país, ocasionando importantes daños en una estación eléctrica aunque sin provocar víctimas. Los Iskander son misiles de crucero supersónicos con un alcance que según algunas fuentes puede llegar a los quinientos kilómetros, que tienen una alta precisión y pueden superar defensas antiaéreas.
En paralelo, los rusos aseguraron haber destruido con misiles lanzados desde el aire un gran almacén de proyectiles de 155 milímetros para obuses estadounidenses M-777, conocidos como Howitzer. En su parte bélico matutino, el vocero del ministerio de Defensa, Igor Konashenkov, señaló que el ataque ruso se produjo en Rozdolivka, en el Donbass.
En tres meses miles de personas, civiles y militares, murieron sin que haya un balance preciso de víctimas. Solo en Mariupol las autoridades calculan 20 mil muertos. El despacho de la fiscal general de Ucrania, Iryna Venediktova, denunció que 234 niños han muerto y que 433 sufrieron heridas heridos a lo largo del conflicto, mientras que el Kremlin admite «pérdidas importantes».
Ucrania sigue exigiendo más armamento
Mientras el combate en el terreno parece no tener fin, el gobierno ucraniano urge a los países occidentales a enviarle más armas. Entre el material entregado hasta el momento figura el sistema lanzamisiles antibuques Harpoon prometido por Dinamarca, que podría ayudar a Ucrania a romper el bloqueo frente a naval ruso frente al puerto de Odessa, en el mar Negro. Dicho bloqueo paraliza la exportación de millones de toneladas de trigo, con temores de que genere una crisis alimentaria mundial.
La guerra en Ucrania disparó los precios de la energía y está trazando nuevas fronteras en el mapa de seguridad en Europa, después de que Suecia y Finlandia, dos países tradicionalmente no alineados militarmente, presentaran sus candidaturas de adhesión a la OTAN.
Fuente: Página 12