La infectologa, Gabriela Piovano, dialogó con Medios Rioja tras el día mundial de la hepatitis y comentó cuales son los síntomas y los tratamientos.
Tras el Día Mundial de las Hepatitis Virales, la infectologa dijo que: “se trata de una infección que provoca la inflamación y el daño del hígado y, según el registro de la OMS, afecta a nada menos que a 500 millones de personas”.
La importancia del diagnóstico de las hepatitis es fundamental, porque se trata de un conjunto de enfermedades causadas por virus que pueden tener un alto nivel de mortalidad. Son responsables de dos de cada tres casos de cirrosis hepática y de tres de cada cuatro casos de cáncer primario de hígado.
Diferencias y similitudes entre las hepatitis
La hepatitis se caracteriza por una inflamación del hígado que potencialmente es mortal. Las cepas principales son la A, B, C, D y E, que se diferencian entre sí por sus modos de transmisión y la gravedad de la enfermedad que desencadenan.
Según especifica la OMS, los tipos B y C ocasionan enfermedad crónica en cientos de millones de personas y, en esta línea, constituyen la causa más habitual vinculada a cirrosis hepática, cáncer y hepatitis viral. Solo el 18 por ciento de los individuos diagnosticados con la B y la C recibe tratamiento, por lo que los especialistas insisten en la necesidad de prevención y acceso gratuito al test.
Mientras que la A y la E se transmiten principalmente a través del contacto con alimentos o agua contaminados con las heces de una persona infectada; la B, la C y la D lo hacen a través del contacto con la sangre de alguien que tiene la enfermedad. La B y la D también se propagan a partir de fluidos corporales, por compartir jeringas o en relaciones sexuales sin protección.
La buena noticia es que algunas hepatitis, como la A y la B, son prevenibles con la vacunación; y otra como la C tiene un tratamiento a partir de antivirales que, en tres meses y en el 98 por ciento de los casos, permite alcanzar la cura funcional: el virus está activo, pero deja de deteriorar el hígado
La estrategia mundial que sigue la Organización Mundial de la Salud tiene el objetivo de reducir en un 90 por ciento las nuevas infecciones y en un 65 por ciento las defunciones por hepatitis entre 2016 y 2030.
Viruela del Mono
Es una enfermedad causada por un virus, al que se conoce como el de la viruela del mono. Se trata de una enfermedad zoonótica viral, lo que significa que puede transmitirse de animales a humanos. La misma se encuentra comúnmente en las selvas tropicales de África central y occidental, donde viven los animales que pueden ser portadores del virus y es endémica.
Los síntomas generalmente incluyen fiebre, dolor de cabeza intenso, dolores musculares, dolor de espalda, poca energía, ganglios linfáticos inflamados y erupciones o lesiones en la piel, se puede propagar de persona a persona. Las personas que tienen la enfermedad son contagiosas mientras tienen síntomas. Se puede contraer esta afección a través del contacto físico con alguien que tiene síntomas. Las erupciones, los fluidos corporales (como fluidos, pus o sangre de lesiones en la piel) y las costras son particularmente infecciosos. El contacto con objetos que han estado en contacto con la persona infectada como la ropa, ropa de cama, toallas u objetos como utensilios para comer también pueden representar un foco de infección.
Hay varias vacunas disponibles para la prevención de la viruela que también brindan cierta protección. Recientemente, se desarrolló una vacuna para la viruela (MVA-BN, también conocida como Imvamune, Imvanex o Jynneos) que fue aprobada en 2019 para su uso en la prevención de la viruela del mono y aún no está ampliamente disponible. La OMS está trabajando con el productor de la vacuna para mejorar su acceso. Las personas que han sido vacunadas contra la viruela en el pasado también tendrán cierta protección.
La afección se puede propagar de una persona a otra a través del contacto físico cercano, incluido el contacto sexual. Sin embargo, actualmente se desconoce si se puede propagar por vías de transmisión sexual (por ejemplo, a través del semen o los fluidos vaginales). Sin embargo, el contacto directo de piel con piel con lesiones durante las actividades sexuales puede propagar el virus.