Es una propuesta expositiva que invita a indagar en la contemplación abismal de la bóveda celeste y todos sus misterios.
El Gobierno de La Rioja, a través de la dirección de Artes Visuales de la Secretaría de Culturas, invita a la inauguración de la muestra «Tocando el Cielo», este jueves 22 de septiembre a partir de las 20 horas en el Espacio de Arte Contemporáneo.
El jueves 22 de septiembre, la Dirección de Artes Visuales inaugura Tocando el cielo; una propuesta expositiva que nos invita a indagar en la contemplación abismal de la bóveda celeste y todos sus misterios.
Con obras seleccionadas por la curadora Mariana Gioiosa, la muestra abarca distintas series de importantes artistas de la escena nacional, que se manifiestan con una amplia diversidad de materiales y expresiones. El diseño de montaje de la exposición estará a cargo del artista Fernando Brizuela.
Artistas que exponen: Nicolás Bacal, Leo Battistelli, Oscar Bony, Nicolás Domínguez Nacif, Galaxia y Mar, Juliana Iriart, Lula Mari, Ernesto Pesce, Pablo Ziccarello
Después de su inauguración, podrá visitarse la muestra de lunes a domingo de 9 a 21 horas.
Sobre la muestra
Desde el comienzo de los tiempos el ser humano ha contemplado el cielo con asombro e inquietud. Las antiguas culturas tuvieron como elemento fundamental la comprensión de la bóveda celeste. En sus cosmogonías les otorgaban un rol protagónico a las señales provenientes del firmamento donde según ellos, habitaban poderosos seres que influían en los destinos de las comunidades. Requerían de adoración y sacrificios para evitar castigos o recibir favores.
A medida que fueron desarrollando diferentes instrumentos de observación, las primitivas civilizaciones subsistieron teniendo en cuenta el análisis de la vía láctea. La vida política, social y económica de los pueblos mesopotámicos, por ejemplo, estuvo regida por los ciclos de Saturno, de Venus, la luna y del sol. Suele considerarse que la astronomía surge por la necesidad de crear un calendario para dividir el tiempo en sistemas lógicos y poder prever diversos fenómenos como el paso de las estaciones, las cosechas y las festividades. El calendario más antiguo que se conoce data del año 8.000 a.C., se encuentra en Escocia y marca la posición de la luna a lo largo de un año. Más adelante, en el 5000 A.C., los sumerios y los babilonios incluyeron las estaciones y las anotaciones sobre la posición del sol.
La indagación sobre el cielo tuvo una gran influencia en Stonehenge, monumento que data de 3.100 A.C., un centro ritual prehistórico alineado con el movimiento del sol que se localiza en Reino Unido. Las culturas precolombinas llevaron a cabo además una enorme precisión en los estudios de los astros, convirtiéndolos en divinidades. Ejemplo máximo de esta devoción son las pirámides del Sol y de la Luna en Teotihuacán, ciudad de los dioses, un centro ceremonial con construcciones monumentales y al mismo tiempo uno de los mayores centros políticos, culturales, económicos y religiosos de la civilización Maya.
La historia del arte refleja desde sus primeras manifestaciones la inquietud y curiosidad de artistas y creadores por los fenómenos celestes. Se ha descubierto recientemente que en las primeras pinturas rupestres de Europa se representan cuerpos estelares y fenómenos meteorológicos. En relación a la pintura religiosa se ha apelado a los luceros como símbolos de la fe y la esperanza. Se cree que el dibujo más antiguo de la estrella de Belén que se conoce es el fresco Virgen con niño y profeta Balaam, que data del siglo II y se halla en las catacumbas de Priscilla, en Roma. Durante la Edad Media, en ilustraciones que aparecen en los libros de los misales, habitualmente la luz de los astros se filtra por algún recoveco. En La adoración de los reyes magos de Giotto, luego de un largo viaje, una estrella fugaz en forma de cometa señala al elegido.
También los fenómenos astronómicos son registrados por artistas del siglo XIX, como J. M. W. Turner en su pintura Cerca de Oxford las siete y media de la tarde 5 de octubre, momento en el que el Cometa de Donati estaba en su punto más brillante. Otros artistas prefieren mirar al cosmos para encontrar otra realidad, Vincent van Gogh es uno de ellos. Decía que las estrellas lo hacían soñar, y encontraba compañía en su desvelo examinando atentamente los destellos de luces lejanas desde su ventana en el sanatorio mental de Saint-Rémy-de-Provence. Por su parte, Joan Miró convivía con los horrores de la Segunda Guerra Mundial refugiándose en sus propias cosmogonías. El éxtasis amoroso de igual modo adquiere visibilidad cuando es representado con imaginerías del cielo. Un ejemplo es la pintura Fauno con Estrellas de Picasso, en el que él mismo se representa como el semidiós de los campos y las selvas junto a Jacqueline Roque, rodeados ambos por un cortejo de estrellas.
A mediados del siglo XX, Jackson Pollock produce sus conocidas pinturas mediante la técnica del dripping, es así como el género denominado Action Painting cobija ejemplos como La estrella fugaz y Gallaxy. En años recientes, se ha acrecentado en el mundo el clima de incertidumbre, angustia y violencia. Como sabemos, los virus se convierten en una presencia tan intangible como amenazante, la economía mundial se tambalea, la presencia de la guerra vuelve a hacerse palpable en el planeta. Inexorablemente, y como siempre ha sucedido, el arte se hace eco de las fisonomías de este mundo plagado de tensiones sociopolíticas, ecológicas, migratorias y raciales.
Los artistas aquí convocados, alzan la mirada en búsqueda de alguna certeza, con esperanza que en esa observación se produzcan nuevos sentidos para asumir la convivencia con este tiempo. Como dijo Franz Kafka en una de sus Cartas a Felice «[…] he empezado a creer que, en alguna parte, aunque sea difícil descubrirla, tiene que haber una buena estrella bajo la cual pueda uno seguir viviendo». En rigor de verdad, Mariana Gioiosa es la curatorial, que escribió este texto.