En el documental “Amén, Francisco responde” se podrá ver la conversación del pontífice con jóvenes entre 20 y 25 años. Uno de los chicos fue víctima de abuso por parte de un cura. «El drama del abuso de menores es más escandaloso en la Iglesia porque, donde precisamente tenés que cuidar a la gente, la destruís», dijo el Papa.
Desde Roma
Con 10 jóvenes de distintos países, que hablaban castellano y tenían diversas historias personales (una ex monja peruana, un migrante, una víctima de abusos entre otros), el papa Francisco aceptó hacer un encuentro en Roma (fuera del Vaticano) que fue grabado en junio pasado como un documental y difundido por la productora Disney . Titulado “Amén, Francisco responde”, el documental trató varios temas candentes, como el aborto pero también las migraciones y los abusos sexuales en la Iglesia.
Dirigido por dos españoles, Jordi Évole, también periodista, y Màrius Sánchez, la película quiso mostrar a una de las personas más importantes del mundo enfrentado con los jóvenes de hoy, que tienen dudas sobre la religión, sobre la vida, sobre los demás, sobre sus derechos.
Y según algunos, ya empezaron a correr voces de que las respuestas del Papa a los jóvenes no le gustará a mucha gente y provocará nuevas disputas dentro de la Iglesia.
Los directores, según declararon a la prensa, querían obtener una conversación “cercana y honesta entre una de las personas más influyentes del mundo y diez jóvenes de entre 20 y 25 años”. Y esto “fue una oportunidad única para juntar dos mundos que normalmente no se tocan y que a veces chocan con los postulados de la Iglesia”, explicaron.
Las primeras imágenes muestran un sillón vacío, mientras Francisco está llegando al lugar en auto. Los chicos hablan, sentados en distintos lugares, incluso en el suelo, en un salón que parece el estudio de un artista, y con vestimentas completamente informales pero que seguramente reflejan su juventud. El Papa entra en la habitación diciendo: “El programa era que iban a hablar con el Papa. Es aburrido hablar con un cura…” y los chicos se rieron. “Pelota al centro. Empieza el partido”, dijo sonriente Francisco.
Y entonces empezaron a llover las preguntas y las afirmaciones de los jóvenes: ¿tiene un celular?; ¿Si yo no fuera feminista sería mejor cristiana?; ¿El problema de la pederastía en la Iglesia?; Fui católica, muy creyente, pero ya no soy católica; La gente está decepcionada de la Iglesia, no de Dios; El aborto existe. ¿Qué hacemos nosotras con estas mujeres?; ¿A usted no le genera contradicción todo esto?
El aborto
Una chica argentina, católica y a favor del aborto, le regaló al Papa un pañuelo verde, símbolo de las que luchan por el aborto legal. Francisco le agradeció pese a todo. No obstante, repitió lo que ya viene diciendo desde hace tiempo sobre el aborto: “¿Es lícito alquilar a un sicario para que elimine una vida humana?”, en tácita alusión a los médicos abortistas.
“A los curas siempre les digo que, cuando se acerca una persona en esa situación, con un cargo de conciencia, porque es dura la huella que deja un aborto en la mujer, que por favor no pregunten mucho y sean misericordiosos», contó el Papa.
Pero asimismo destacó que al aborto también hay que mirarlo desde el punto de vista científico y con cierta frialdad ya que los libros de embriología enseñan que al mes de la concepción prácticamente ya está delineado el ADN (donde está toda la información genética). “No es un montón de células sino una vida humana”. La pregunta es entonces: “¿Es lícito eliminar una vida humana para resolver un problema?”.
Una de las chicas le recordó que de todas maneras el aborto existe y es un problema que se agrava cuando existen trabas y prohibiciones.
El Papa entonces agregó: “A una mujer que aborta hay que acompañarla, no hay que mandarla al infierno de golpe. Pero conviene llamar a las cosas por su nombre: una cosa es acompañar a la persona que hizo esto y otra cosa es justificar el acto”.
Abusos sexuales en la iglesia
Uno de los chicos contó que había sufrido abusos cuando era niño de parte de un cura. Y con el pasar del tiempo había visto que el criminal seguía dando clases a menores.
Francisco habló entonces de “tolerancia cero”, una frase que la Iglesia viene sosteniendo desde los años finales del pontificado de Benedicto XVI y se ha hecho un poco más eficaz con las distintas medidas que ha tomado Francisco.
«Si por la cantidad de años que han pasado el delito prescribe, yo levanto la prescripción automáticamente. No quiero que esto prescriba nunca», subrayó Francisco, añadiendo que «El drama del abuso de menores es más escandaloso en la Iglesia porque, donde precisamente tenés que cuidar a la gente, la destruís».
Reconoció sin embargo que en ciertos lugares puede ser que haya gente que “está haciendo mal la limpieza”. “Si sabemos que está jugando mal, que venga la denuncia y limpiamos. Tolerancia cero, esa es la política de la Iglesia”. subrayó.
“La cultura del abuso está por todos lados, lamentablemente» – añadió-. «La Iglesia está tratando de que sus curas y sus monjas no abusen” (…) “Hoy hay una lucha contra los abusos (…) Hay curas presos por todos lados”, concluyó.
Francisco hizo referencia a la campaña contra los abusos y a la normativa vaticana para combatir los abusos que él mismo actualizó recientemente para procesar y condenar a los abusadores. Pese a todo, las organizaciones que defienden a los abusados sostienen que esas medidas no se aplican en todas las diócesis como deberían y no son suficientes.
Inmigrantes
“Las migraciones son una cosa seria”, dijo Francisco a los jóvenes, dado que en Europa, no todos los chicos están al tanto de lo que sucede con los migrantes y a veces se producen actos de racismo y discriminación hacia ellos. Tema de completa actualidad en muchos países del mundo, en particular de Europa y de África pero no sólo, las migraciones siguen sin encontrar una solución y ni los países europeos donde llegan (caso Italia y España, por ejemplo) ni la Unión Europea, han logrado encontrar el camino mejor para afrontar el problema.
“El migrante tiene que ser recibido, acompañado, promovido, integrado”, dijo Francisco, hijo de migrantes italianos que llegaron a Argentina en la segunda década del 1900. «Hay países en Europa, no los quiero mencionar para no tener un problema diplomático, que tienen pequeñas ciudades o pueblos casi vacíos. Pueblos donde hay 20 ancianos, no más, y campos sin cultivar. Y estos países, que están sufriendo un invierno demográfico, países que tienen de edad media 46 años, tampoco reciben al migrante».
¿Y a usted no le parece egoísmo?, le preguntó uno de los chicos. “Detrás de eso hay una conciencia de explotación. Te uso, no te recibo como hermano, te uso» (…) «Es el fantasma de la esclavitud» (…) «El colonialismo está detrás de una política migratoria no madura», concluyó.
Los jóvenes siguieron con preguntas y comentarios. Y al final el Papa les dijo: “Yo aprendí mucho de ustedes. Me hizo mucho bien. Les agradezco el bien que me han hecho”.