Después de la denuncia presentada por la DAIA, el juez Villena modificó su decisión inicial y les prohibió salir del país a los cinco tripulantes iraníes. La fiscalía pidió el secreto de sumario. La inspección en el avión no encontró nada irregular y sobre los tripulantes no pesa ningún pedido de captura. Las presiones de Estados Unidos.
El avión que puso en marcha insólitas operaciones de prensa de la derecha argentina traía 79 bultos conteniendo autopartes de la empresa Faurecia, que es una proveedora de Volkswagen. Faurecia es una multinacional de enormes dimensiones, con sede en Francia, que no sólo envió aquellos 79 bultos en el avión sino que otros 45 bultos de autopartes para Volkswagen llegaron al día siguiente. De aquella primera remesa que vino en el avión de matrícula venezolana de la empresa Emtrasur, la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) escaneó cinco bultos y contenían lo declarado: partes de automotor. Además, acompañados de la Aduana, revisaron la aeronave con personal especializado y canes buscando estupefacientes o armas o explosivos. El informe dice: negativo. No encontraron nada. La Dirección Nacional de Migraciones (DNM) chequeó a los 19 tripulantes, ninguno de los cuales estaba con órdenes de captura o alertas rojas, por lo cual -de entrada- el juez Federico Villena resolvió que se fueran a un hotel, o sea no los detuvo ni les puso una pulsera. A los cinco iraníes les retuvo el pasaporte con el argumento de que al avión no le habían permitido aterrizar en Uruguay. Pero luego, tras la denuncia de la DAIA, les prohibió salir del país hasta tener claro que no pertenecen a la guardia islámica conocida como Al Quds. Por su parte, la reconocida fiscal Cecilia Incardona pasó de no ver ningún delito en la mañana del lunes, a pedir el secreto de sumario por la tarde. Es posible que el juez y la fiscal tengan información que no manejan los medios de comunicación, pero al cierre de esta edición la impresión es que se armó un enorme escándalo geopolítico en base a un avión que no trajo nada ilegal y con una tripulación que no registraba ningún pedido de captura.
El magistrado, que logró un dudoso renombre a raíz de que autorizó escuchas en el penal de Ezeiza, afirma que es un estudioso de la cuestión del terrorismo islámico y, en particular de la historia de Hezbollah, una organización libanesa pro-iraní. Por lo tanto, resolvió actuar «con cautela», según afirman en su juzgado. Un elemento de cargo es que el Boeing estuvo en un aeropuerto cercano a Ciudad del Este, el 13 de mayo de este año, o sea hace un mes. En su presentación, la DAIA utilizó una redacción confusa, para dar a entender que el trayecto del Emtrasur fue Maiquetía (Caracas), Ciudad del Este, Ezeiza. No fue así. El avión vino directo de Venezuela el lunes 6 de junio. Como es habitual, los medios adictos a la oposición se cuidaron de decir que el Boeing recogió un cargamento de cigarrillos provistos por el expresidente paraguayo Horacio Cartes, amigo de Mauricio Macri. Como se sabe, Ciudad del Este tiene fama de ser un centro de manejo de contrabando de cigarrillos.
El fantasma de Ciudad del Este
Lo cierto es que para la CIA, la derecha argentina y la DAIA, Ciudad del Este es una especie de sucursal de Hezbollah en América Latina. En 30 años no han podido encontrar armas ni explosivos, pero sí una familia, los Barakat, que públicamente adhiere a Hezbollah y aporta fondos para su causa. Alguno de los integrantes del clan Barakat ha estado preso por distintos delitos, fraguar un pasaporte, evasión de impuestos, y según señaló en algún momento el fiscal Alberto Nisman, Barakat simuló perder 10 millones de dólares en el casino y en realidad se los mandó a Hezbollah. El asunto nunca terminó de probarse. En cualquier caso, la derecha norteamericana y la CIA vienen utilizando el argumento de Hezbollah para que los autoricen a establecer una central de la inteligencia norteamericana en la Triple Frontera. Un chiste que corría en la SIDE era que en Ciudad del Este había más agentes que gente.
El domingo a la noche, Villena no tenía dudas:
- Los venezolanos no estaban sospechados de nada. Se les devolvieron los pasaportes y estaban en condiciones de hacer lo que quisieran.
- Los cinco iraníes estaban con algún grado de sospecha por una única razón: Uruguay no los dejó entrar cuando el avión se dirigió a Montevideo para cargar combustible. El texto en concreto de Villena sobre ese punto dice lo siguiente: “A esta altura, resulta oportuno aclarar que la noticia señalada por la fuerza policial respecto de posibles sospechas de un avión de origen iraní que retornó al país pues el Uruguay negó su ingreso, resulta suficiente como para configurar la sospecha razonable que señala el mencionado artículo». Se refiere al artículo de la Ley de Migraciones que habilitó la retención de los pasaportes. Como se ve, el argumento es endeble.
- Respecto del avión, el problema es que no le vendían combustible. El juez dijo que no se metía en ese problema. Por lo que se sabe, Shell tiene una restricción para venderles combustible a aviones de origen iraní e YPF no provee a empresas que no tengan sede en la Argentina: por ejemplo, Cubana de Aviación tiene sede en Buenos Aires, CUIT argentino, e YPF le provee J1, que es el combustible necesario.
O sea que a las 22 del domingo, el magistrado liberó a los tripulantes venezolanos, a los iraníes les retuvo el pasaporte pero les dijo que se los devolverían cuando se fueran y que todos estaban en condiciones de irse ni bien consiguieran el combustible para el avión.
La mediática denuncia de la DAIA
En la mañana del lunes, el presidente de la DAIA, Jorge Knoblovits, se presentó para pedir que se investigara a los iraníes. Y el juez aceptó ese criterio. Consideró que, entonces, los iraníes ya no pueden salir del país hasta que se verifique si son o no de Al Quds.
La atención se centró en uno de los pilotos, Gholamreza Ghasemi, que figuraba como un integrante de la Guardia Revolucionaria, Al Quds. En verdad, ya se había hecho un chequeo en Migraciones sobre ese punto: se trataba de un homónimo, diez años menor que el que registraba búsqueda internacional. Aún así, la duda quedó instalada.
La tripulación del Emtrasur está integrada por tres capitanes, tres primeros oficiales, tres ingenieros, un load master (responsable de la carga), tres mecánicos y cinco extratripulantes. Por lo general, ésta última categoría es para los que se dedican a la cuestión de la carga o a tareas de limpieza o en algún caso son aprendices. Es una tripulación grande –le explicaron especialistas a este diario–, pero no inhabitual en empresas chicas que no tienen bases en distintos países y que pueden recambiar la tripulación. Las grandes compañías cargueras tienen pilotos destinados en distintos lugares, pero las chicas ya llevan los recambios en el propio avión. Toda la tripulación tenía licencia aeronáutica.
Lo cierto es que el juez y la fiscal decidieron parar la pelota. Investigarán nombre por nombre a la tripulación y verán después si autorizan a los iraníes a dejar el país. El avión requiere de combustible J1. Podría haber un proveedor que se lo venda para llegar a Bolivia y allí un broker le expendería el resto.
Queda la duda sobre si Estados Unidos reclamará el avión, porque en la guerra geopolítica con Irán aducen que la aeronave estuvo relacionada con Al Quds en 2007, o sea hace 15 años. De manera que –como suele suceder– la palabra de Washington pesará en esta historia, pese a que el avión no traía nada raro ni los tripulantes –al menos por ahora– están acusados de nada.
Fuente: Página 12