Según la encuesta bimestral de Quaest, el presidente Lula, asumido el 1 de enero, logró un 60% de aprobación cuando el elector fue consultado sobre la opinión acerca del trabajo que está haciendo el jefe del Estado, contra el 56% de junio.
Las causas tienen que ver con la reducción de la inflación en los productos de la canasta básica de alimentos y la consolidación de los programas sociales reinstalados que habían sido eliminados o reducidos por Bolsonaro.
Al mismo tiempo, los que reprueban el trabajo de Lula al frente del Palacio del Planalto se redujeron del 40% en junio al actual 35%, mientras que 5% no supo responder.
La calificación dada por la población a Lula es superior a la opinión de la gestión del Gobierno en general.
El Gobierno tiene 42% de aprobación y 24% de desaprobación, mientras que 29% considera regular la gestión y otro 5% no pudo o no quiso responder.
La aprobación de la gestión del Gobierno, de todos modos, también subió respecto de junio, cuando había sido de 37%.
El sondeo fue realizado por Quaest entre 2.029 personas del 10 al 14 de agosto, en una encuesta con un margen de error estimado de 2,2 puntos porcentuales.
Entre los evangélicos, grupo que es la base electoral del bolsonarismo y las vertientes de la extrema derecha, el 50% aprueba a Lula, superando por primera vez en la muestra bimestral de Quaest la desaprobación, que es del 46%.
El rechazo a Lula es mayor en los bastiones del agronegocio, la zona centro oeste y el norte amazónico, regiones donde Bolsonaro fue el más votado en las elecciones de octubre de 2022 ganadas por Lula por el margen más estrecho de la historia de Brasil, por 50,9 a 49,1%.
En el Nordeste, el escenario es de estabilidad, con un 72% de aprobación al trabajo de Lula, una oscilación positiva de un punto con relación a la encuesta anterior.
Esta región fue la clave de la elección de Lula en 2022, junto con el estado de Minas Gerais -el segundo más poblado de Brasil- y la ciudad de San Pablo, la mayor urbe sudamericana, con 12 millones de habitantes. (Télam)