Confusión y tristeza reinaba esta mañana en el mundo oficialista, incluyendo a los que redactaron la constitución que habría reemplazado la de Pinochet. Lo único claro es que se viene un cambio de gabinete.
Desde Santiago
Aun asimilando el triunfo aplastante del “Rechazo” (61,86%) frente al 38,14% del “Apruebo”, el gobierno de Gabriel Boric amaneció sin tener una hoja de ruta tan clara, con 7.882.958 chilenos diciéndole no a un texto constitucional progresista, paritario, plurinacional y que buscaba modificar las reglas autoritarias y pro-empresariales impuesta por la Carta Magna de 1980, la de la dictadura de Pinochet actualmente vigente. Entre los integrantes de la Convención Constituyente que estuvieron un año redactando el texto ( con una minoría de derecha) se ha impuesto la confusión y la falta de una autocrítica elaborada.
Así, figuras que habían emergido durante todo este periodo como el abogado Fernando Atria señaló que “no es el momento más dichoso que he tenido políticamente”, acusando a la campaña de desinformación por parte de la derecha. El best-seller Jorge Baradit señaló que publicará un libro sobre la experiencia. La expresidenta de la Convención y representante del pueblo mapuche, Elisa Loncón, se sinceró: “Fue una derrota fundada en errores individuales y colectivos que posterga el reconocimiento a los Pueblos Originarios”.
La advertencia de Bachelet
En el comité político de esta mañana, Boric trató de mantener la calma a las dos coaliciones gobernantes: Apruebo Dignidad (Frente Amplio y Partido Comunista) y Socialismo Democrático (Partido Socialista, Partido por la Democracia y Partido Radical, entre otros). Testigos del encuentro destacan que los partidos tendrán reuniones en privado, sin el presidente, para plantear críticas a su papel en este fracaso.
Todo esto mientras la expresidenta Michelle Bachelet, la única ex presidenta que apoyó abiertamente al “Apruebo” señaló en una entrevista televisiva que “Es claro que para muchos ha sido un resultado que tenemos que leer con cuidado y sólo quiero decir que la declaración que hizo el presidente anoche me representa completamente”.
Se refirió al discurso que dio Boric el domingo a la noche cuando el resultado era irreversible. “El pueblo chileno no quedó satisfecho con la propuesta de Constitución que la Convención le presentó a Chile y por ende ha decidido rechazarla de manera clara en las urnas”, señaló.
“Como Presidente de la República recojo con mucha humildad este mensaje y lo hago propio, y es que hay que escuchar la voz del pueblo, no solo este día sino de todo lo acontecido en estos últimos años intensos que hemos vivido. No olvidemos porqué llegamos hasta aquí, ese malestar sigue latente y no podemos ignorarlo (…) Sé que esperan soluciones contundentes ante la inseguridad, la violencia en el sur, el déficit de vivienda, el aumento del costo de la vida, la falta de apoyo a los cuidados, la reactivación a nuestra economía, las eternas listas de espera en salud, la calidad de la educación y las bajas pensiones. Hacer frente a estos importantes y urgentes desafíos requerirá prontos ajustes en nuestros equipos de gobierno, para enfrentar este nuevo período con renovados bríos. Pueden tener la tranquilidad que el camino a una nueva Constitución jamás será obstáculo a las urgencias que ustedes nos han planteado”.
Una de las primeras actividades de esta mañana del mandatario chileno fue reunirse con el presidente de la cámara de diputados, Raúl Soto (Partido por la Democracia) y del senado, Álvaro Elizalde (Partido Socialista) para reorganizar este nuevo proceso. Ambos, representantes de la ex Concertación, la coalición que gobernó por 30 años tras el retorno a la Democracia y que fue el gran blanco de las críticas durante el Estallido Social de octubre de 2019, por haber mantenido el sistema neoliberal instituido justamente por la carta magna de 1980.
Por eso no es de extrañar la calma de ambos políticos cuyo apoyo al proceso, sobre todo con Elizalde y su partido fue particularmente “tibio”. Es entendible: el nuevo texto proponía el fin del senado, un espacio que es la coronación de los viejos políticos y con una extensión de ocho años. “Estamos en un momento de mucha fragilidad política y social y es deber de todos estar a la altura y asumir la responsabilidad política para conducir este momento histórico que nos toca vivir” señaló Soto quien dice que pronto se logre una estabilidad “que evite cualquier otro tipo de crisis en Chile”.
En efecto: el proceso constituyente fue la salida política, liderada entre otros por el mismo Boric a la crisis un mes después del “Estallido”, cuando ya habían marchado un millón de personas sólo en Santiago y la policía disparaba a los ojos, aceptada a regañadientes por el entonces presidente Sebastián Piñera. Luego, vendría un plebiscito de salida donde casi el 80% de chilenos votó por el cambio de constitución. Nadie tiene una respuesta clara aún. De hecho Elizalde se enfocó en señalar lo que se viene: “El presidente de la República va a convocar a los distintos partidos con representación parlamentaria, también actores de la sociedad civil, para escuchar sus puntos de vista”, adelantó Elizalde.
Así, el plan de Boric es reunirse toda esta semana y definir un nuevo proceso que aunque entusiasmaba a la derecha, que dedicaron todos estos meses a decir que se necesitaba una nueva “y buena constitución”, sólo Renovación Nacional se reunirá mañana con Boric para intentar apurar el proceso. La Unión Demócrata Independiente ha optado por esperar un poco.
La única certeza de momento es que a mediados de esta semana habrá un cambio de gabinete y de ellos se rumorea la salida de dos figuras centrales: Giorgio Jackson ministro de la Segpres (enlace entre el congreso y el ejecutivo) e Izkia Siches, ministra del interior. Ambos no cumplieron las expectativas pero tuvieron un rol clave en el triunfo del gobierno, el primero como amigo desde los inicios del movimiento universitario de 2010 hasta su paso como diputado y la segunda como presidenta del colegio médico que surgió como inesperada líder y que fue vital en la segunda etapa de la campaña. Una decisión que dejará varios daños colaterales en un gobierno que está redefiniendo su relato al perder uno de los pilares transformadores que era la Constitución.
Fuente: Página 12