El Presidente Alberto Fernández dedicó todo el domingo a mantener reuniones en la Quinta de Olivos con el objetivo de terminar de delinear «el nuevo organigrama» del Poder Ejecutivo, según contaron a este diario desde su entorno. Es muy probable la unificación del ministerio de Transporte bajo la órbita del de Obras Públicas. Otro tema pendiente es el reemplazo de Juan Manuel Olmos frente a la jefatura de Asesores ante su paso a la vicejefatura de Gabinete. Sergio Massa, según confirmaron a este diario desde el Gobierno, asumirá el miércoles a las 17 horas en Casa Rosada y este lunes hará lo propio –en el mismo horario– la nueva secretaria de Relaciones Estratégicas, Mercedes Marcó del Pont, que reemplazará a Gustavo Beliz. Massa aclaró que el martes, además de renunciar a la presidencia de la Cámara, dejará su banca como diputado y desde su entorno confirmaron a este diario que prepara para agosto su primera gira internacional «en busca de dólares». Los destinos serán cuatro: Washington, Nueva York, París y Qatar (ver aparte).
«Todo está más tranquilo. Alberto está bien», aclaran cerca del mandatario y muestran alivio porque aseguran que «gestionar cualquier cosa desde la salida de (Martín) Guzmán fue imposible». Las expectativas hoy en día están puestas en saber si la vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner, o su hijo y líder de La Cámpora, Máximo Kirchner, estarán presentes en la asunción de Massa el miércoles. «No sabemos si va a venir», aclaran desde el Gobierno. Desde el entorno de CFK subrayan que «nunca adelantamos pronunciamientos». Tanto la vicepresidenta como su hijo ya se encuentran en Capital Federal después de pasar el fin de semana en el sur. Ambos siguieron las conversaciones entre Fernández y Massa vía telefónica.
El rol de los gobernadores en horas clave
Desde comienzos de la semana pasada este diario adelantó que en las mesas chicas del oficialismo se estaba definiendo la incorporación de Massa al gabinete y que, si bien aún restaba definir de qué modo desembarcaría el tigrense en el Ejecutivo, ese era un acuerdo al que habían llegado el Presidente y la Vice en un almuerzo que tuvieron el sábado anterior a su designación en la Quinta de Olivos. Sin embargo, los que terminaron de sellar la definición fueron los gobernadores.
El miércoles de la semana pasada, los líderes provinciales, tras una reunión que mantuvieron en el CFI, se dirigieron a Casa Rosada y sostuvieron una reunión con el Presidente en la que hubo discusiones acaloradas. «Fue tremenda», describieron fuentes oficiales a este diario y contaron que el gobernador de Chaco, Jorge Capitanich, ejerció especial presión sobre el mandatario. Luego del encuentro con sus compañeros –que se fueron de Casa Rosada casi corriendo por el Salón de los Bustos para evitar las declaraciones a la prensa– el chaqueño se quedó con Fernández tomando un café a solas y pidiendo, una vez más, que se aceleren los tiempos de las definiciones y se ordene la situación en el plano político «de manera urgente».
El comunicado que publicaron después del encuentro fue tan breve como contundente. Aseguraba que Fernández se había comprometido a tomar las medidas pertinentes ante la corrida cambiaria. Luego de ese mensaje teledirigido al Presidente, y ante la continua reacción en cámara lenta del mandatario, al día siguiente varios de los líderes provinciales comenzaron a publicar en sus redes sociales mensajes explícitos de apoyo a Massa. Por ese motivo, entre miércoles y jueves el tiempo político se aceleró y el anuncio, que desde el gobierno pensaban realizar el fin de semana, finalmente ocurrió el jueves por la tarde.
Un ministro de Economía clásico
«Hubo un fuerte intento de desestabilización por parte de los poderes económicos y financieros más concentrados», opinan en diálogo con Página12 sectores que se identifican con la vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner, y consideran que ese fue el motivo de la incorporación de Sergio Massa al gabinete. «El cambio no era una cuestión de nombres. La salida tenía que ser política y eso es lo que finalmente está pasando», aclaran. Para ese sector de la coalición, el gobierno de Alberto Fernández se encontraba en una situación de «extremísima debilidad institucional y política», y, en ese sentido, la definición que tomaron de entregarle más poder a Massa fue «para resguardar y fortalecer el gobierno ante un intento de poner en jaque la democracia». De todos modos, le quitan importancia al asunto al resaltar que «se lo designó como ministro de Economía, no como Presidente», y refuerzan que no se trata de un «superministro», con «superpoderes». «Se vuelve a un ministerio de Economía clásico que se corresponde con la situación que está viviendo el país, nada más», aclaran.
«En política hay que tomar riesgos. No había mayor opción porque el intento de desestabilización no era solo contra Alberto. El intento de golpe es necesario para que CFK no sea candidata en 2023», opinan desde el kirchnerismo. Consideran que la expresidenta «sigue siendo el objetivo de máxima de todos los sectores de poder». En esa línea, hacen un paralelismo con lo que ocurrió en Brasil durante el gobierno de Dilma Rousseff en 2016. Recuerdan que a Lula da Silva lo pudieron meter preso solo una vez que destituyeron a Dilma, porque si ella era la presidenta mientras lo condenaban, con un indulto el petista volvía a estar en carrera.
La elección de Massa –un dirigente que se alejó del kirchnerismo en 2009 y que en 2016 hasta acompañó al expresidente Mauricio Macri a Davos– se asumió desde el kirchnerismo como «la única chance posible en este contexto». Si bien la relación entre Máximo Kirchner y el nuevo ministro de Economía es buena –se afianzó incluso antes de la creación del FdT–, funcionarios que lo conocen opinan que «Máximo es desconfiado y nadie se olvida de cómo jugó Sergio». En algunos sectores del oficialismo hizo ruido que el nuevo titular de Hacienda «arranque mostrándose con la mesa de Enlace y cerca de EEUU». Sin embargo, aclaran que «hay tanta necesidad de estabilizar la Economía que va a primar eso».
El kirchnerismo no podía afrontar esta situación en soledad. Desde ese sector evalúan que el peronismo transita un momento de desmovilización por la crisis económica y por lo que denominan «una especie de nuevo divorcio con la clase política». «Está bárbaro romantizar una salida política por el lado del purismo de nuestras ideas, pero no se puede», lamentan. El contexto, opinan, requería que el kirchnerismo vuelva a respaldarse y buscar fortaleza de la mano de todos los sectores del FdT.
Fuente: Página 12