La alimentación, en cantidad y calidad, está siendo la variable de ajuste socioeconómica, como lo había sido en las crisis económicas de 1989 y 2001.
Una de las consecuencias más directas de las medidas económicas del gobierno de Milei se refleja en la mesa de los argentinos, donde desde comienzos de año faltan un 17,5% de platos con carne vacuna, un 14,5% de lácteos y un 45% de panificados.
Visto desde el lado comercial, el expendio que se hace a través de los supermercados y autoservicios acumuló, en el mismo lapso, una reducción del 8% interanual.
Los más afectados fueron los alimentos perecederos, con una merma del 20,5% interanual, y las bebidas, con un retroceso del 19,1%, según la consultora Scentia.
A nivel mayorista, hubo una menor cantidad de unidades por ticket y y en frecuencia de compras.
Donde más se sintió, según CADAM, fue en postres, yogures, dulces, chacinados y bebidas en general, mientras que se registraron mayores compras de productos básicos, como aceites, harinas y azúcar.
Pero antes de Milei, el informe “Una mirada sobre la evolución del consumo alimentario a nivel mundial y en Argentina en las últimas seis décadas” (de Daniel Díaz, Andrea Goldberg, Rosa Fernández, Laura Barbieri y Andrea Graciano) comparaba que, mientras el consumo aparente per cápita de alimentos desde 1961 a 2021 crecía en el mundo un 42%, en Argentina sólo lo hacía un 4%, 10 veces menos..
Carnes, leche y pan son históricamente los pilares de la dieta argentina, de acuerdo con el estudio
Comportamiento actual
Para no ir tan lejos, en consecuencia, el Mercado Ganadero de la Bolsa de Comercio de Rosario (Rosgan) precisó que el consumo de carne bovina, durante el primer cuatrimestre del año, fue de 42 kilogramos per cápita: 4,5 kilos menos que el registrado en el último cuatrimestre de 2023 (48,5)..
El consumo de leche fluida, en la primera parte del año, cayó un 19,6% y el de leche en polvo, un 30,4%, en comparación con el mismo período del año pasado.
Asimismo, desde los sectores panaderos advierten una merma del 45% en la venta de pan.
Una explicación se encuentra en la caída del 34,1% del poder adquisitivo del salario mínimo que publicó en abril el Centro de Investigación y Formación de la Central de Trabajadores de la Argentina (Cifra-CTA).
Otra sería que, a fines de marzo, en el distrito más rico del país se contabilizaban más de un millón de pobres, de los cuales unos 470 mil eran indigentes, que ni siquiera pueden afrontar la canasta de alimentos, es decir que se sumaron 155 mil más desde el cuarto trimestre del año pasado, de acuerdo con la Dirección de Estadística y Censos de la Ciudad de Buenos Aires.
Carne
Según la Cámara de la Industria y el Comercio de Carnes y Derivados de Argentina, la producción de carne en los primeros cuatro meses del año aportó 988 mil toneladas, lo que arrojó una baja del 7,7% interanual.
Sobre este oferta total, 324 mil toneladas se exportaron y 664 mil toneladas quedaron para el consumo interno, 17,5% inferior al registrado en el primer cuatrimestre del año pasado.
“El consumo aparente de carne vacuna por habitante arrojaría unos 42,4 kilos por año en el primer cuatrimestre de 2024, resultando 18,5% menor al registrado en igual lapso de 2023, el más bajo de las últimas tres décadas”, indicaron desde Rosgan.
La Bolsa de Rosario señala también que disminuyeron los indicadores del sector porcino.
La producción de cerdos acumula 174.000 toneladas, retrocediendo un 2,4% interanual.
En cuanto al consumo —especificaron— suma 177.000 toneladas en el primer trimestre, cayendo un 4% interanual y por debajo de 2022 y 2023 en el mismo período.
El consumo per cápita retrocede así en un kilo por habitante en relación al año pasado, ubicándose en 15,2 kilos por habitante por año.
“Hoy solo se compra carne vacuna para darse un gusto, el consumo de carne en el primer cuatrimestre de este año cayó el 17,5%”, señala Miguel Schiariti, director de la Cámara de Industria y Comercio de Carnes de la República Argentina (CICCRA.
Recordó que en 2001 había un escenario similiar, aunque diferenció que en ese momento “la gente no tenía plata” y que optó por reemplazar el consumo de proteína animal por papas, fideos y arroz.
También comparó que, con el precio de un kilo de carne vacuna, se podían comprar, hasta donde llegan las estadísticas, tres kilos de pollo o dos de cerdo.
Sobre 109,4 kilos por habitante al año de proteínas animales que consumió el argentino promedio en 2021, 47,8 fueron de carne bovina y representaron apenas el 44% del total, cuando a principios de este milenio alcanzaban entre el 60 y 70%, subrayó la Bolsa de Comercio de Rosario.
La cifra llegó al menor nivel desde 1920, hace más de 100 años, y según la investigación realizada por Alberto Lugones y Emilce Terré, la baja participación de la carne bovina en la dieta de los argentinos se debe tanto a la elección de alimentos de base vegetal como a la incorporación de otro tipo de carnes.
El jefe del Departamento de Promoción Interna del Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina, (Ipcva) Adrián Bifaretti, lo desmenuzó: “En el país hay un 70% de la población que es carnívora bien tradicional. Un 7% de población veggie, es decir veganos y vegetarianos que no están consumiendo carne. Y un 24% más o menos que son flexitarianos. Gente que, a pesar de comer de todo, va disminuyendo el consumo de productos cárnicos y va priorizando el consumo de alimentos de origen vegetal, y la tendencia es que esto se profundice”.
No obstante, en 2023 había habido un repunte en el consumo de carne de 3 puntos kilogramos por habitante respecto de 2022y se ubica en 51,1 kg, casi 3 puntos más que en 2022.
Bifaretti analizó “dos cuestiones básicas”: una caída es de carácter estructural que tiene que ver con cambios en las conductas alimentarias de la población, sobre todo en los segmentos más jóvenes, que muchos empiezan a no querer comer carne por cuestiones éticas y morales vinculadas a la carne y el medio ambiente”, pero no aloanzan para explicar el consumo de este año.
“Obviamente después hay un tema de bolsillo, económico. Cuando se lo ve desde las posibilidades de la población, hay una limitación importante para adquirir, no solo carne, sino otro tipo de alimentos y bienes”, agrega.
Leche
Al completar el primer trimestre del año, la caída de las ventas en la leche alcanzaron un 18,7% en toneladas de producto, en comparación con el mismo periodo de 2023, mientras que en litros equivalentes fue del 15.3%, según el informe del Instituto para el Desarrollo Agroindustrial Argentino.
En cuanto a la leche fluida el consumo, acumuló una caída del 19,6%, mientras que las leches en polvo un 30,4%, en toneladas y en comparación con los primeros tres meses de 2023.
Según el informe, también se registró una caída en quesos, que representan el 60% del consumo de lácteos, del 10,4%, medido en toneladas.
La disminución abarcó a todos los productos lácteos, si bien la mayor, como “en los de mayor valor agregado y unitario como quesos de pasta muy blanda, quesos rallados, leches saborizadas, yogures, flanes y postres, estuvo asociada a las subas de precios y al retraso en el poder adquisitivo del sector medio de la población que demanda en mayor cuantía estos productos”, explicaron desde el Observatorio de la Cadena Láctea Argentina (OCLA), creado por empresas de la cadena lechera y entidades del agro como Crea, Coninagro y Sociedad Rural.
Pan
El presidente del Centro Industrial de Panaderos de Merlo, Martín Pinto, estimó que “tenemos en todas las panaderías de la Argentina una caída del 45% en las ventas. La gente no consume”.
El dirigente reconoció el fuerte incremento de precios en ese rubro en los últimos meses, luego de la eliminación del Fondo Estabilizador del Trigo Argentino, creado en marzo de 2022 para subsidiar la harina y fijar un valor de referencia para el mercado interno. “Fue un logro importante del gobierno anterior porque sacó a la harina de la órbita del dólar”, destacó Pinto.
El mecanismo había sido creado tras el inicio de la guerra entre Rusia y Ucrania —dos países líderes en el mercado mundial de trigo— lo cual generó un alza global de los precios del cereal.
Y tuvo por objetivo “estabilizar el costo de la tonelada de trigo comprada por los molinos argentinos” para “mantener una estabilidad en la participación de la bolsa de harina como componente del costo de los productos derivados de ella”.
En abril de este año, a través de la Resolución 142/2024, se dispuso liquidar el Fondo Estabilizador del Trigo Argentino, junto a otros fondos fiduciarios, como el de Integración Socio Urbana o el Nacional de Incentivo Docente, entre ellos, bajo el argumento de achicar los gastos del Estado
En el caso del trigo, habilitó la dolarización del precio del cereal y el incremento del precio del pan y los derivados.
NA