La investigación, realizada por un equipo del Imperial College de Londres, fue publicada en la revista The Lancet. También exhibe la desigualdad en el acceso: la mayoría de fallecimientos se evitó en naciones de renta alta y media-alta.
Según una investigación publicada este viernes en The Lancet, las vacunas contra el coronavirus salvaron 20 millones de vidas entre diciembre de 2020 y de 2021. Para ser más precisos, a partir de las formulas vacunales, se evitaron 19.8 millones de defunciones: casi el equivalente a la mitad de la población de Argentina. Asimismo, el artículo pone de manifiesto un dato contundente: se salvaron más personas en naciones ricas que en las pobres, ya que 12,2 millones de defunciones se evitaron en los territorios de renta alta y media-alta. La falta de acceso al pinchazo en los diversos continentes, se confirma durante la pandemia, hizo la diferencia entre la vida y la muerte.
A partir de las herramientas provistas por el modelado matemático, investigadores del Imperial College de Londres utilizaron los datos demográficos disponibles en 185 países y los relacionaron con la infraestructura sanitaria, la tasa de contagio previa a las campañas de inmunización, así como también el ritmo y los tipos de vacunas empleadas. Realizaron la estimación en el lapso que comprende desde la primera persona vacunada (Margaret Keenan, británica de 90 años) el 8 de diciembre de 2020 hasta el 8 de diciembre del año siguiente.
¿Cómo determinaron esa cifra?
“El trabajo es muy bueno y más o menos está en línea con lo que uno esperaría. Las vacunas han sido fundamentales”, señala Rodrigo Quiroga, doctor en Ciencias Químicas y bioinformático del Conicet. Y continúa con una proyección de lo que podría advertirse durante el mismo período en el ámbito local: “Hay muchas formas de estimar los fallecimientos evitados, no existe una única metodología. Algunos bosquejos que hicimos junto a Jorge Aliaga y Martín Barrionuevo indicaban cifras de entre 30 y 70 mil para Argentina. Son informales pero sirven para tener una idea de la magnitud del efecto protector de las vacunas”.
Lo que sucedió con la covid-19 no tiene precedentes: los laboratorios del mundo exhibieron toda su capacidad de fuego y concentraron sus esfuerzos en hallar en tiempo récord una vía de frenar la propagación del virus y evitar, en buena medida, la enfermedad grave y el posterior fallecimiento. Aunque el hecho de que las vacunas habían salvado muchas vidas constituía una historia conocida (y esperable); sin embargo, no se sabía con tanta certeza cuántos fallecimientos había evitado. El diseño de vacunas como una hazaña del conocimiento en tiempo real se materializa con la nueva evidencia.
Uno de los obstáculos que presentaba la realización del cálculo para el equipo de investigadores se relacionaba con la disponibilidad de datos confiables en todos los territorios. Bajo esta premisa, quienes lideraron la iniciativa contabilizaron los fallecidos por todas las causas en el lapso comprendido entre 2020-2021 y los compararon con las defunciones prepandemia. Así, el exceso de mortalidad durante la pandemia podría adjudicarse a la covid.
De acuerdo al modelo contemplado, además de la población que se salvó por haber sido inoculada con alguna de las plataformas, también se tuvo en cuenta como factores indirectos a la inmunidad de rebaño y el alivio en la carga del sistema sanitario. La gran diferencia en la inmunidad se advirtió cuando las naciones comenzaron a vacunar a buena parte de sus sociedades con el esquema de primera y segunda dosis completo.
Una desigualdad que mata
Si se compara con lo ocurrido en países de menores ingresos, las campañas de vacunación se iniciaron con mucho tiempo de antelación en las naciones y regiones desarrolladas (Europa, Estados Unidos y Canadá). El acceso a las vacunas fue muy desigual, y aún lo sigue siendo. Por poner solo un ejemplo, el continente africano, de acuerdo al sitio Our World in Data, recién inmunizó con pauta completa al 18 por ciento de su población. Si las tecnologías se hubieran distribuido de un modo más equitativo, las muertes que se hubieran evitado, señalan, habrían sido más. En el artículo, los autores estiman que si se hubieran cumplido las metas trazadas inicialmente por la OMS (que el 40 por ciento de las sociedades de las naciones más pobres esté protegida antes de finalizar 2021) se habría evitado la pérdida de una de cada cinco vidas en ese lapso.
“Sigue habiendo muchos países con porcentajes muy bajos de población inmunizada con dos dosis y mucho más aún con una tercera dosis. La equidad del acceso es patética a esta altura. Pienso que nunca vamos a poder dejar atrás a la pandemia si no incluimos a todos los países del mundo”, indica Quiroga. Y apunta: “Por otro lado, debemos resaltar el surgimiento de variantes que tienen la capacidad de eludir la respuesta inmune generada por las vacunas y esto conduce a que la covid siga siendo la enfermedad respiratoria más grave del mundo”.
En este punto, los autores apuntan que no solo se trata de contar con las vacunas suficientes sino también de resolver falencias relacionadas a la infraestructura, la capacidad de almacenamiento y las fallas en la distribución. La logística, en este punto, no se trata de un tema menor al momento de organizar campañas de vacunación. Un fenómeno para el que las sociedades del mundo (tampoco) estaban lo suficientemente preparadas.
Fuente: Página 12