En 2013, se sancionó en el Congreso de la Nación la Ley Nº 26.870, con el propósito de difundir una tradición presente en la mesa de los argentinos. La producción local se ubica en el quinto puesto mundial, con 223.585 hectáreas cultivadas.
Como todos los 24 de noviembre, en la jornada de hoy se celebra el Día Nacional del Vino, que parte en la idea de conmemorar una tradición que se transmite con el correr de los años y que representa un símbolo de amistad compartido en la mesa de los argentinos. En el año 2013, el Congreso de la Nación aprobó la Ley Nº 26.870, y desde ese entonces, se lo considera una bebida doméstica.
Argentina es el único país en el mundo en decretar al vino como su bebida nacional, por el motivo que se ha arraigado en suelo patrio a partir de hábitos sociales propios de nuestra cultura, como el famoso «brindis», popularizado en cada reunión para agradecer y celebrar cualquier tipo de acontecimiento.
En ese sentido, a partir del decreto Nº 1.800, en el año 2010 se planteó la propuesta de definir al vino como la bebida nacional, y tres años después, se lo decretó a través de la Ley Nº 26.870. Como menciona el sitio oficial del gobierno, fue sancionada el 3 de julio «con el propósito de difundir la tradición y las características culturales implicadas en su producción, elaboración y consumo».
En el texto publicado en el Boletín Oficial, la sanción de la ley también contó con la voluntad de «promover el desarrollo de las economías regionales a partir de acciones relacionadas con actividades de servicios vinculadas al sector vitivinícola».
La producción de vino local se considera como una de las más poderosas de América del Sur, y Argentina se ubica quinta en el ranking mundial, con sus actuales 223.585 hectáreas cultivadas. Los principales viñedos distribuidos en el país lo lideran Malbec, Cereza, Bonarda, Criolla Grande, Cabernet Sauvignon, Syrah, Pedro Giménez, entre otros.
En números graficados por el Estado, la producción vitivinícola nacional cuenta con un total de 17.000 productores, 23.931 viñedos, 900 bodegas activas, lo que se refleja en más de 106.000 empleos directos y 280.000 indirectos.
En la actualidad, unas 19 provincias son productoras de vinos, en donde hace 20 años atrás, Mendoza y San Juan eran las únicas superficies que se cultivaban con vides en todo el territorio argentino. El avance de la tecnología adaptado en el país hizo que la producción se extienda desde Salta hasta Río Negro, logrando una calidad del vino alta, a pesar de las desventajas de algunos territorios por las condiciones climáticas.
Malbec, el más elegido por los argentinos
El reconocido docente y político argentino, Domingo Faustino Sarmiento, introdujo una nueva cepa de vino, conocido como el Malbec, de origen francés. En su etapa como presidente en 1953, propuso mejorar la industria vitivinícola nacional, con su elaboración en Mendoza. De esta manera, la variedad de uva morada se la reconoce como la más consumida en el país.
El enólogo docente de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Cuyo, Jorge Nazrala, explicó en el sitio oficial de la institución que “en Argentina tenemos algo muy importante que debemos valorar y cuidar. Es un tesoro genético: tenemos una gran diversidad genética de Malbec. Esa diversidad permite que nuestro Malbec se adapte a distintos terruños y condiciones climáticas, suelos, sistemas de manejo del cultivo».
Un reciente informe del Observatorio Vitivinícola Argentino indicó que la producción del Malbec, durante el primer semestre del 2022, lidera las exportaciones de vinos argentinos, con una participación en el total del 56,7%. A continuación, le siguen la variedad de uva de piel verde, Chardonnay (7,90%), y luego el vino tinto Cabernet Sauvignon (7,59%).
Según menciona el sitio oficial del gobierno, el vino varietal de tinte oscuro se posiciona como la cepa emblemática de la Argentina y en la actualidad cuenta con más de 43.000 hectáreas plantadas distribuidas en el país.
Fuente: Crónica