Con la entrega de los Globos de Oro y el anuncio de las nominaciones a las distinciones que otorgan los dos principales sindicatos de la industria como el de los actores (Screen Actors Guild) y el de los directores (Directors Guild of America), la temporada de premios entró esta semana en su etafa definitiva.
De hecho, este jueves 11 comenzó la votación de las candidaturas a los Oscar, que se anunciarán en todas las categorías el 23 de enero con la mira ya puesta en el final de esta auténtica maratón de eventos y (auto)celebraciones que desembocará el 10 de marzo en la ceremonia de la 96ª edición de los premios de la Academia de Hollywood, que será conducida por cuarta vez por el comediante Jimmy Kimmel.
Quedan, por lo tanto, dos meses llenos de campañas de prensa, promociones y publicidad en un imperio del lobby en el que se desplieguan muy diversas formas de seducción hacia los algo más de 10.000 votantes que decidirán quiénes se quedarán con las preciadas estatuillas que pueden cambiar de forma rotunda el rumbo de una carrera artística.
La temporada de premios arranca a principios de diciembre con los reconocimientos que entregan las diferentes asociaciones de críticos y medios especializados, continúa con las nominaciones de los sindicatos que representan a las 17 ramas de la industria que tienen sus propias categorías en los Oscar y prosigue con las candidaturas a los premios BAFTA británicos y a los Oscar.
Si los referentes de la industria y de los estudios tradicionales suelen quejarse de una disociación entre los éxitos de taquilla y los favoritos de la crítica, esta 96ª podría reconciliar a ambos “bandos”, ya que tanto “Barbie” (la película más vista de 2023 en los Estados Unidos y a escala mundial) como “Oppenheimer” (la biopic del creador de la bomba atómica se ubicó tercera a nivel global detrás de “Súper Mario Bros.: La película”) vienen dominando varias premiaciones.
“Barbie” ganó solo dos estatuillas en los Globos de Oro, pero su directora Greta Gerwig quedó entre los cinco candidatos de sus colegas del DGA (tendrá como rivales a, nada menos, Martin Scorsese, Christopher Nolan, Yorgos Lanthimos y Alexander Payne), mientras que lideró también junto a “Oppenheimer” las nominaciones a los SAG Awards del sindicato de actores (ambas tienen cuatro contra tres de la sorpresa indie “American Fiction” y de “Los asesinos de la luna”).
El dato de las candidaturas a los premios del SAG es particularmente relevante, ya que ese sindicato tiene 4.200 votantes, de los cuales casi 1.400 luego participan de los Oscar, siendo de esta manera el sector más representativo y con mayor incidencia en el resultado final.
¿Por qué es importante que los éxitos masivos estén entre las más nominadas? Porque cuando compiten “tanques” (léase desde “Titanic” hasta “El señor de los Anillos: El retorno del Rey”) el rating escala y el negocio mejora. Es que las audiencias masivad de todo el mundo quieren ver si ganan las películas que disfrutaron y no si lo hace un film independiente de bajo presupuesto que pocos han visto. También prefieren ver a las estrellas de “Barbie”, Margot Robbie y Ryan Gosling, antes que a ilustres desconocidos. Sí, glamour mata prestigio.
De todas formas, más allá del favoritismo de la dupla “Barbenheimer” (así se promocionó el extraño doble programa para dos films que se estrenaron en la misma semana), y de las nominaciones que pueda acumular otra producción a gran escala como “Los asesinos de la luna”, retrato del genocidio en la Oklahoma de la década de 1920 del pueblo originario de la Nación Osage, dueño de una importante reserva petrolera, dirigido por el mítico Martin Scorsese, también hay películas más independientes con chances concretas de sumar varias candidaturas primero y estatuillas después:
“Los que se quedan”, tragicomedia de Alexander Payne sobre las desventuras de un profesor resentido y gruñón interpretado por el gran Paul Giamatti; “Pobres criaturas”, delirante y provocadora propuesta del griego Yorgos Lanthimos con una suerte de relectura de “Frankenstein” y una notable actuación de Emma Stone; “Vidas pasadas”, aclamada ópera prima de Celine Song sobre la historia de inmigrantes coreanos; “Secretos de un escándalo” (“May December”), lo nuevo de Todd Haynes con las extraordinarias Julianne Moore y Natalie Portman; “Todos somos extraños”, exquisito, sutil y enigmático largometraje de Andrew Haigh con Andrew Scott, Paul Mescal, Claire Foy y Jamie Bell; “Maestro”, biopic del célebre conductor de orquestas Leonard Bernstein, de y con Bradley Cooper; y la apuntada “American Fiction”, film de Cord Jefferson con Jeffrey Wright.
La otra incógnita importante pasa por saber qué películas extranjeras serán las favoritas de esta edición. Ocurre que la Academia de Hollywood ha incrementado en los últimos años la proporción de votantes no estadounidenses y, por eso, se ha producido un fenómeno como el de la película coreana “Parasite” o, como en 2023, el de la alemana “Sin novedad en el frente”.
Este año la marea extranjera podría incluir a “Zona de interés”, film de Jonathan Glazer sobre la banalidad del mal con un relato que transcurre en un hogar ubicado junto a un campo de exterminio nazi; “Anatomía de una caída”, thriller psicológico y judicial de Justine Triet que ganó nada menos que la Palma de Oro en el último Festival de Cannes, pero que de forma extraña no es la candidata francesa en la categoría de Mejor Película Internacional; la española “La sociedad de la nieve”, drama de J.A. Bayona sobre la tragedia y milagro de Los Andes que tiene además el respaldo de la poderosa compañía Netflix; y hasta un film de animación como “El niño y la garza”, del maestro japonés Hayao Miyazaki.
La internacionalización del Oscar es una tendencia creciente e irrefrenable. La estrategia se entiende: para qué limitar la presencia del resto del mundo a una única categoría como la de Mejor Película Internacional si las producciones de otros orígenes pueden participar en varias; o sea, por qué hacer de los Oscar solo un “torneo estadounidense” si puede ser algo más parecido a un Mundial.
Además, si el rating de la transmisión local de la ABC no para de caer, es bueno compensar esa pérdida con un evento de llegada cada vez más global no solo en señales de cable y TV sino sobre todo en streaming y redes sociales. Los tiempos cambian; los Oscar, también.