El legajo interno de Matías Martínez, oficial de 25 años, acusado por el femicidio de Úrsula Bahillo, es un compendio de elementos críticos, una sumatoria de problemas que llevó a una junta médica de la Bonaerense a dictaminar que era «no apto para prestar servicio». Por eso, ordenaron que se le quiten el arma reglamentaria y el uniforme. Quedó sin tareas efectivas aunque, por un mecanismo jurídico habitual en la fuerza, continuó cobrando su salario.
«Nunca debió ser policía», confió a este medio un funcionario del Ministerio de Seguridad bonaerense, la cartera que conduce Sergio Berni.
En el dossier policial que registra la «historia» de Martínez como uniformado, la primera una denuncia por violencia de género está datada en 2017 y fue realizada por una mujer que, por entonces. era su pareja. Aparece, además, un registro de desobediencia, el inicio de un sumario por falta de respeto hacia una oficial superior.
Aunque avanzó la una investigación, Martínez no llegó a ser sancionado. El procedimiento de Asuntos Internos establece que el auditor investiga y luego cita al involucrado para que haga su descargo. Ese proceso comenzó en junio: Asuntos Internos recomendó una suspensión por 60 días, pero -cuando concluyó esa instancia, en septiembre del 2020 y se le cursó una citación para que comparezca- Martínez había solicitado «carpeta psiquiátrica», en el marco de una denuncia de ataque sexual radicada en la justicia de Mercedes.
En los últimos meses figura un hecho relevante en el legado del uniformado: la acusación sobre una presunta agresión sexual a una menor de edad, causa que está en proceso en la Justicia ordinaria y que se encontraba a punto de presentar novedades, tras una serie de medidas de prueba del Ministerio Fiscal.
En paralelo, Martínez tenía una citación pautada para el 17 de febrero por una causa de denuncias radicada por Úrsula mientras que otro expediente -por agresión a Belén Miranda, una expareja- tenía fecha de inicio de juicio oral para el 18 abril.
«No fue protegido por la fuerza: tenía una relación difícil con los superiores y con sus compañeros, por eso fue trasladado en varias ocasiones», indicó una fuente de Seguridad bonaerense y citó que, antes de su último destino (en San Nicolás), estuvo en Rojas y Pergamino.
En Seguridad compilan, además, algunos de los episodios ocurridos en los días previos al crimen de Úrsula, dos denuncias realizadas en el mes de enero y otra efectuada en febrero, tal como Úrsula le contó en un contacto de WhatsApp a Belén Miranda. Hubo, además, un pedido desesperado de la madre el sábado previo al asesinato en la comisaría de la Mujer de Rojas. La causa debía derivarse al Juez de Faltas que, según la información oficial, no estaba de guardia el fin de semana, por lo que debía repetirse el día lunes.
Úrsula Bahillo no tuvo lunes.