El pontífice argentino fue recibido como una estrella de rock el lunes, con decenas de miles de devotos concentrados en las calles de la capital Dili, gritando y ondeando banderas.
Unas 600.000 personas asisten este martes, bajo un calor sofocante, a la misa del papa Francisco en Dili, la capital de Timor Oriental, uno de los momentos culminantes de su maratónica gira en Asia-Pacífico.
La misa, celebrada en una explanada costera, representa un importante desafío físico para el pontífice de 87 años, que estará presente durante casi tres horas y dará una vuelta en el papamóvil entre la multitud, con temperaturas superiores a los 30 ºC.
El pontífice argentino fue recibido como una estrella de rock el lunes, con decenas de miles de devotos concentrados en las calles de la capital Dili, gritando y ondeando banderas.
En total, unas 600.000 personas están congregadas en la explanada y sus alrededores, el equivalente de casi la mitad de la población del país, indicó en un comunicado el Vaticano citando una estimación de las autoridades locales.
«Es como si tuviéramos un nuevo impulso para nuestras vidas, para el pueblo de Timor Oriental, para la paz», dijo a la AFP Natercia do Menino Jesus Soares, de 33 años, que llevaba una gorra, una camiseta y un pañuelo con la imagen del Papa.
Este pequeño país con un 98% de población católica es la tercera parada del pontífice en su larga gira de 12 días que culminará en Singapur después de visitar Indonesia y Papúa Nueva Guinea.
En su primer día en Timor Oriental se dirigió a las autoridades para celebrar el periodo de «paz y libertad» en el país tras su independencia en 2002, pero les urgió a prevenir los abusos contra los jóvenes que han causado escándalos de pederastia en la Iglesia local.
Pero el principal evento de esta visita es la misa en los humedales de Tasitolu, en la capital, que puede ser una de las más multitudinarias de sus 13 años de papado.
Decenas de miles llegaron al amanecer, con paraguas con los colores amarillo y blanco del Vaticano para protegerse del inclemente sol, para asistir a la celebración que arrancó a las 16H30 (07H30 GMT).
«Estoy agradecida de poder participar en esta misa sagrada (…) No sé si podría todavía venir si el papa hubiera venido de visita unos años después», dijo Felicidade do Rosario, una ama de casa de 49 años.
Unas 300.000 personas se han registrado oficialmente para acudir a la ceremonia.
En 2023, alrededor de un millón de personas se congregaron en Kinshasa, la capital de República Democrática del Congo, para la visita del papa.
El récord de su papado fue en la capital de Filipinas, Manila, en 2015, donde se estima que el jesuita argentino reunió a seis millones de personas.
Críticas al costo de la visita
En un discurso en la catedral de Dili, Francisco pidió a los creyentes que difundan «el perfume del Evangelio» contra el alcoholismo, la violencia y la falta de respeto a las mujeres.
El resto de la agenda del papa para el martes incluye reuniones con jesuitas y con niños con discapacidades.
«Es un orgullo para nosotros. Es una bendición de Dios para nosotros, para la gente de esta tierra», dijo Atanasio Sarmento de Sousa, miembro del comité organizador de la visita de Francisco.
Miles de personas abarrotaron ya el martes las calles por donde discurrió la comitiva papal en su ruta hacia el primer encuentro del martes.
Es solo la segunda vez que un papa acude a este pequeño país después de Juan Pablo II.
La historia de la nación más joven del sudeste asiático estuvo marcada por siglos de colonización portuguesa, casi 25 años de ocupación indonesia (diciembre 1975-octubre 1999) y un referéndum de independencia respaldado por la ONU.
El país se independizó formalmente en 2002, saliendo de una brutal ocupación indonesia que dejó más de 200.000 muertos.
La incipiente democracia es también una de las naciones del mundo que, sin embargo, se gastó 12 millones de dólares para renovar su capital antes de la visita de papa, uno de ellos destinado al altar en que se sentará el papa.
Este coste ha provocado algunas críticas en Timor Oriental, donde grupos de activistas también denunciaron que se derrumbaron algunas casas en la zona donde se celebrará la misa. El gobierno rebatió que fueron construidas ilegalmente.
Las autoridades también desalojaron los vendedores ambulantes y a las personas sin hogar de las zonas por las que debía pasar Francisco.
«Vinieron a requisar los productos que vendemos e inmediatamente usaron la violencia contra nosotros», explicó Januario Soares, que vendía ropa de segunda mano en la calle. (AFP)