El Papa Francisco recibió a los jóvenes de la Fraternité Missionnaire des Cités que peregrinan a Roma y los invitó «a vivir generosamente la fraternidad en los barrios».
El Papa Francisco recibió este jueves a una delegación francesa de jóvenes de la Fraternité Missionnaire des Cités (Fraternidad Misionera de las Ciudades) dedicada a trabajar en las ciudades y elogia sus esfuerzos por llevar la ternura y la compasión de Dios a las periferias existenciales de las áreas urbanas, con motivo de su peregrinación a Roma.
En sus comentarios preparados, el Papa Francisco invitó a los miembros de la Fraternidad a aprovechar los ejemplos de los santos Pedro y Pablo para reavivar su celo misionero.
El Santo Padre los instó a observar el Belén, que, según dijo, representa “un lugar pobre, una periferia, un suburbio de esa época”.
Los pastores, observó, eran un grupo marginado y con mala reputación, pero Dios eligió anunciarles a ellos primero el Evangelio de la salvación.
“Son pobres, pero tienen el corazón abierto”, afirmó, añadiendo que ésta es la experiencia de la Fraternidad Misionera de las Ciudades.
“No hace falta ir muy lejos, en su servicio en el corazón de las ciudades, para descubrir las periferias existenciales de nuestras sociedades, que a menudo están al alcance de la mano, en su barrio, en la esquina de la calle, en el mismo rellano, » él dijo.
Su misión, añadió el pontífice, es llevar a los habitantes de las ciudades el mismo anuncio gozoso que fue anunciado a los pastores.
El Papa dijo que no debemos temer dejar nuestras certezas para compartir la vida diaria de otros que están marginados: “También entre ellos muchos tienen el corazón abierto y esperan, sin saberlo, el alegre anuncio”, afirmó.
La fraternidad es «levadura de paz»
El Obispo de Roma continuó invitando a los misioneros a inculcar fraternidad y apertura en los barrios donde sirven.
“La fraternidad es la levadura de paz que necesitan las periferias: permite que cada uno se sienta acogido tal como es, donde está”, afirmó y destacó la presencia de Jesús en cada persona, independientemente de sus condiciones sociales.
Francisco instó a los misioneros a “mostrar la presencia de un Dios compasivo, un Dios que quiere expresarse y actuar a través de sus gestos, de sus palabras, de su simple presencia” y les dijo que Dios siempre es paciente y se mueve al ritmo de cada persona, en todas nuestras heridas, enojos y rebeliones.
Para concluir, el Santo Padre señaló que las zonas urbanas donde trabajan los misioneros a menudo están heridas por “la violencia, la indiferencia y el odio”.
“Tienen la valiente e importante misión”, dijo, “de llevar la cercanía, la compasión y la ternura de Dios a las personas que a menudo se ven privadas de dignidad y amor”.