Guerra en Ucrania, acciones de China, amenazas de Corea del Norte son algunos de los temas principales a tratar en este encuentro del G7 en Japón.
Diplomáticos de Europa y Norteamérica del G7 llegaban el domingo a un balneario de aguas termales en Japón para abordar las crisis más espinosas del mundo y buscar formas de terminar con la guerra de Rusia en Ucrania, confrontar la agresividad china hacia Taiwán y persuadir a Corea del Norte para que regrese a las negociaciones nucleares.
Los cancilleres comenzarían su labor de inmediato con una cena privada de trabajo el domingo centrada en China y Corea del Norte. Pero antes incluso de que arrancaran las conversaciones de ministros de Exteriores del Grupo de las Siete naciones ricas del mundo, acontecimientos en el exterior amenazaban con hacer sombra a la diplomacia, como las filtraciones de información de inteligencia estadounidense que han arrojado una sombra sobre alianzas cruciales y preocupaciones de seguridad después de que alguien arrojara un dispositivo explosivo al líder japonés durante un acto de campaña.
Japón tiene un gran interés en acoger una cumbre sin incidentes, que incluye reuniones sobre clima, finanzas y otros asuntos antes de la reunión de jefes de gobierno el mes que viene en Hiroshima, para buscar un frente unido más fuerte contra lo que Tokio y otras democracias ven como agresiones de Rusia, China y Corea del Norte.
Ante un escepticismo generalizado sobre que Naciones Unidas, a menudo paralizada por el gran poder de Rusia y China en el Consejo de Seguridad, pueda hacer algo sobre esos temas, muchos tenían la vista puesta en qué podrían hacer, en su caso, los ministros de Japón, Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, Alemania, Canadá, Italia y la Unión Europea.
Aunque había fuertes medidas de seguridad en Karuizawa, Japón se había visto obligado a responder a preocupaciones de seguridad después de que un joven arrojara un dispositivo explosivo al primer ministro del país, Fumio Kishida, la víspera de la llegada de los diplomáticos. Kishida resultó ileso el sábado y continuó con su agenda de campaña, pero el ataque era una noticia indeseada para Tokio en medio de un debate sobre la seguridad tras el asesinato hace nueve meses del ex primer ministro Shinzo Abe.