El huracán Melissa, de categoría 5, tocó tierra cerca de New Hope con vientos sostenidos de 298 km/h, dejando una escena de devastación total a su paso. Jamaica nunca había recibido el impacto directo de un huracán tan poderoso desde que existen registros.
Calles convertidas en ríos, viviendas arrancadas de sus cimientos y postes eléctricos doblados como alambres. En Kingston, Montego Bay y St. Elizabeth, los techos salieron volando y cientos de árboles bloquean las principales carreteras. La red eléctrica colapsó en más del 90% del país.
Melissa azotó durante más de 12 horas consecutivas, con ráfagas que superaron los 320 km/h y lluvias torrenciales que superaron los 600 milímetros en algunas zonas montañosas. En Montego Bay, las marejadas ciclónicas elevaron el mar más de 3 metros, inundando barrios completos y destruyendo el malecón.
Emergencia humanitaria
El primer ministro Andrew Holness declaró que el país enfrenta una “crisis sin precedentes” y advirtió que la recuperación requerirá más recursos de los que Jamaica posee. Miles de personas permanecen en refugios, muchas sin acceso a agua potable, electricidad ni alimentos básicos.
Víctimas y rescates
El balance preliminar indica al menos tres muertos y decenas de heridos, aunque las cifras podrían aumentar a medida que los equipos de rescate acceden a comunidades aisladas. Los servicios de emergencia reportan numerosos deslizamientos de tierra, viviendas colapsadas y puentes destruidos.
Un país paralizado
Aeropuertos, puertos y carreteras están cerrados. Las comunicaciones con la mitad sur de la isla son intermitentes. En algunos sectores de Kingston, las imágenes muestran vehículos flotando entre escombros y cables eléctricos caídos.
Melissa no solo ha probado la resistencia de Jamaica, sino también su espíritu. Las autoridades piden calma y solidaridad mientras la isla intenta levantarse del impacto del huracán más intenso de su historia.
