La Finalissima, ese cruce entre campeones que mezcla mística, historia y actualidad, empieza a mover sus piezas para una nueva edición. Esta semana, en el marco del 75° Congreso de la FIFA celebrado en Asunción, se dio el primer paso concreto hacia la organización del partido entre Argentina y España. La reunión, que contó con la presencia de autoridades de FIFA, UEFA, Conmebol, AFA y la Real Federación Española de Fútbol, sirvió para empezar a consensuar sede y fecha de un duelo con aroma a final del mundo.
“El objetivo fue comenzar a coordinar los preparativos para este trascendental lance, que en esta edición enfrentará a las selecciones de Argentina y España”, informaron desde la organización de la Copa América.
Si bien todavía no hay confirmación oficial, el calendario empieza a acotar las posibilidades: el partido se jugaría en marzo de 2025, antes del inicio del Mundial que organizarán Estados Unidos, Canadá y México. Estados Unidos asoma como la sede más probable, aunque las negociaciones siguen abiertas.
Un torneo con historia: de Platini y Francescoli a Messi y Di María
La Finalissima tiene una historia singular, con vaivenes, interrupciones largas y regresos cargados de sentido. Su antecedente directo es la Copa Artemio Franchi, creada en 1985 con el objetivo de enfrentar al campeón de la Copa América con el de la Eurocopa. Aquella primera edición tuvo lugar en París: Francia, con Michel Platini como figura, derrotó 2-0 a Uruguay, que contaba con Enzo Francescoli.
El certamen estaba pensado para repetirse regularmente, alternando sedes entre Europa y América. Pero problemas logísticos, desfasajes de calendario y la inestabilidad política y económica de la época frustraron la continuidad. Recién en 1993 se disputó la segunda edición, y para los argentinos esa fecha quedó grabada a fuego.
Fue el 24 de febrero en Mar del Plata, donde Argentina –campeona de la Copa América 1991 y 1993– enfrentó a Dinamarca, ganadora de la Euro 1992. Fue el regreso de Diego Maradona a la Selección, luego de haberse ausentado del torneo en Chile. Aunque el Sevilla no le dio permiso, el Diez igual se presentó en el país, rebelde como siempre. El partido terminó 1-1 y se definió por penales: Sergio Goycochea se convirtió otra vez en héroe y el título quedó en casa.
Pasaron 29 años hasta que el proyecto volvió a ver la luz. En 2018 hubo un intento de relanzarla, pero el escándalo del FIFA Gate y los conflictos entre federaciones lo dejaron en pausa. Recién en 2022 la Copa Artemio Franchi resucitó bajo otro nombre: Finalissima.
El 1 de junio de ese año, en un Wembley repleto, la Argentina de Lionel Scaloni aplastó 3-0 a la Italia de Roberto Mancini, con goles de Lautaro Martínez, Ángel Di María y Paulo Dybala. Fue una verdadera exhibición de fútbol y la confirmación de una Selección que ya era campeona de América y se preparaba para ser campeona del mundo.
Con esa victoria, la Albiceleste se convirtió en la máxima ganadora histórica del certamen, que tuvo apenas tres ediciones oficiales hasta hoy. En 2025, volverá a decir presente, esta vez ante España, flamante campeona de la Eurocopa tras vencer 2-1 a Inglaterra en Berlín.
El trofeo de la Finalissima también tiene lo suyo. Mide 45 centímetros, pesa 8,5 kilogramos y representa a dos personas uniendo sus manos, como símbolo del vínculo entre UEFA y Conmebol. Desde 2022, su base es negra (antes era verde) y lleva inscritos los nombres de los países campeones. El último en levantarlo fue Lionel Messi, en lo que muchos interpretaron como una especie de homenaje vivo a Diego, quien había hecho lo propio casi tres décadas antes.
Ahora, con España en el horizonte, la historia vuelve a escribirse. La Scaloneta buscará defender el título y seguir alimentando un ciclo que ya es leyenda. Sin fecha ni sede confirmadas, pero con una decisión política firme, la Finalissima 2025 ya empezó a jugarse.