El salto de la cotización de un mercado escasamente voluminoso tiene en vilo a la economía y la política. Pero es el reflejo de una lucha de poder intensa. Cómo fue la semana del blue.
El dólar blue, pese a su escaso volumen de operaciones, le marcó el ritmo político a la semana. Este viernes arrancó con un impulso que lo llevó a un valor récord de 350 pesos cerca del mediodía, pero luego se estabilizó en 338 pesos y mantuvo ese valor hasta el cierre, lo que significa un peso más que al término de la jornada anterior, pero 45 pesos por arriba del último valor informado la semana pasada, 293 pesos, el viernes 15.
¿Cómo se determina ese valor, en un mercado que no deja registro ni declaraciones de las operaciones, y en donde se estima que no son más de 2 ó 3 millones de dólares los que se mueven por día, usualmente en operaciones desde 100 y hasta 5000, o 10 mil dólares excepcionalmente? Solamente por consultas a los operadores ilegales habituales en ese mercado. Los cuales, otra curiosidad, en general muestran una llamativa similitud en las respuestas.
Pese a todas esas condiciones más propias de la marginalidad que de lo que se define como un «mercado competitivo», el dólar blue es el fantasma más temido por los gobiernos argentinos, sobre todo cuando éstos no responden a las reglas del establishment financiero.
Este viernes, el presidente Alberto Fernández se reunió con la ministra, Silvina Batakis, y el presidente del Banco Central, Miguel Pesce, fuera de agenda y con la necesidad de evaluar la situación. No hubo anuncios ni información oficial, pero se sabe que se repasaron los pasos dados hasta ahora y la situación en torno al tema cambiario. La principal preocupación del gobierno sigue siendo la producción del agro retenida que, al no venderse ni liquidarse, le está restando al BCRA la posibilidad de ingresar unos 20 mil millones de dólares adicionales a las Reservas. La especulación en torno a una potencial devaluación es la principal motivación de esa actitud de los sojeros.
Repasemos lo que fue la semana del mentado dólar blue. Fue trepando día a día, por supuesto registrando un nuevo récord en cada jornada. La novedad, cada día, era que superara los 300, luego que llegara a 307, en los dos días posteriores que tuviera trepadas entre diez y veinte pesos por día, hasta llegar a este viernes en el que después de tocar los 350 volvió a 338, tan sólo un peso por encima del cierre del jueves.
El dólar blue no es el más importante en volumen de operaciones, pero es «el más popular», con mucha más presencia en los medios que la que merecerían otras noticias económicas. Pero se ha convertido en un termómetro político. Cualquier administración económica lo preferiría más cercano a la cotización oficial, pero cuanto mayor sea la diferencia («la brecha»), se supone que en la misma medida crece la «incapacidad» del gobierno para controlarlo.
Más significativo es, sin dudas, el dólar «contado con liqui» o el MEP (sigla de mercado electrónico de pagos), que es donde operan las empresas para dolarizar sus activos en pesos. En general, transitan en el mismo sentido que el blue, pero es la cotización de estos últimos dólares financieros los que definen la tendencia. El MEP y el «CCL» subieron fuerte a la par del blue en estas semanas, pero este viernes quebraron ese paralelismo. El «contado con liqui» cerró a 325,88 pesos, con una baja en el día del 1,2%, y el MEP a 313,10, con un descenso del 2,6%.
Esta retracción de los dólares financieros podrían ser la reacción a una de las medidas aplicadas por el Banco Central el jueves. Es la que restringe el acceso al mercado oficial de cambios a empresas que operen al mismo tiempo en el mercado en la compraventa de Cedear, un instrumento que cotiza en pesos y en dólares, usualmente utilizado como valor de cambio en el MEP y el contado con liqui. Es como decirles a las empresas «si operás con divisas en los mercados especulativos, no me vengas a comprar los dólares de las exportaciones o de las reservas en el mercado oficial». Para algunas firmas importadoras, debe haber funcionado, al punto de haberlas inducido a retirarse de los mercados de dólares financieros y provocar esta baja.
La medida, pese a haber funcionado, no sería suficiente para detener la corrida cambiaria. Una corrida que tiene, como principal motivación, el interés de sectores económicos poderosos por arrancarle al gobierno una devaluación del tipo de cambio oficial. Son entidades financieras, exportadores, fabricantes y productores de bienes que cotizan en dólares y tienen posición dominante en la plaza local.
Todos ellos se beneficiarían con la devaluación, porque tienen activos financieros en dólares o bienes que cotizan en dólares. Algunos simplemente «esperan» beneficiarse. Otros, directamente «actúan» para lograr la devaluación. Estos son los que provocan la presión en el mercado y, cuando huelen que la presa está cerca de caer, apuran el ataque. Traducido a términos financieros, es el momento en que el ataque especulativo se convierte en corrida cambiaria.
En esos momentos de tensión y disputa, el dólar blue pasó a ser un instrumento central del ataque. No es un precio que surja de la oferta y demanda, es un precio «político» que fijan cada mañana las entidades que bancan ese mercado marginal y van ajustando según sus intereses. En esta semana, jugó un rol fundamental en la batalla por arrancarle al gobierno la devaluación.
Fuente: Página 12