Este domingo, más de un centenar de peregrinos protagonizaron una conmovedora hazaña: recorrieron 165 kilómetros en bicicleta desde La Trinidad, Tucumán, hasta los pies de la Virgen del Valle. Por segundo año consecutivo, la ruta volvió a convertirse en un símbolo de esfuerzo, unión y profunda devoción.

La iniciativa nació del sueño de Iván Pablo Emmanuel Ibrahim, quien padece mielomeningocele, y de su kinesióloga María Eugenia Sánchez, compañera inseparable en cada desafío. Juntos demostraron que la fe puede más que cualquier límite físico, y que cuando el corazón marca el rumbo, el camino se abre.
En esta edición, la emoción se multiplicó con la participación de Eugenia, una ciclista no vidente que pedaleó en tándem ,una bicicleta doble, convirtiéndose en un testimonio vivo de inclusión, confianza y solidaridad. Su presencia reforzó el espíritu del mensaje que guía esta travesía: la igualdad se construye acompañando al otro.

A ellos se sumó un numeroso grupo de tucumanos que, con esfuerzo constante y profunda fe, dejaron en cada kilómetro una huella de esperanza y amor.
Esta peregrinación es mucho más que una bicicleteada: es una manifestación de lucha, compromiso y fe hacia la Madre del Valle. Es la prueba palpable de que la igualdad no es solo un ideal, sino un camino que se avanza día a día, pedal a pedal, con Dios como guía y el prójimo como compañero.
