Cada año, miles de fieles se congregan en una de las manifestaciones de fe más conmovedoras, la peregrinación a la Virgen del Valle. En un acto de profunda devoción, los promesantes recorren los cientos de kilómetros que separan sus hogares con la Basílica en Catamarca.
Desde los últimos días de noviembre se puede ver a los fieles comenzar su travesía. Algunos avanzan a pie, en sillas de ruedas o bastones y bicicletas. Bajo el sol abrasador o enfrentando la lluvia, cada metro refleja una historia personal: agradecimientos por milagros concedidos, pedidos de salud, trabajo o paz, o simplemente la búsqueda de una conexión más profunda con su fe.
El trayecto está lleno de imágenes que conmueven el alma. Familias enteras avanzan juntas, compartiendo el cansancio y la esperanza. Personas solitarias caminan en silencio, llevando consigo la fuerza de sus promesas. Los más jóvenes van con energía contagiosa, mientras que los mayores, con pasos pausados avanzan firmemente.
La llegada a la Catedral Basílica y Santuario de la Virgen del Valle en Catamarca es el momento cumbre. La emoción se desborda en lágrimas, oraciones y cánticos de gratitud. Allí, frente a la imagen de la Virgen, se cierran los ciclos de promesas hechas y se renuevan las fuerzas para seguir adelante.
Vialidad Nacional advierte que se registra un importante desplazamiento de peregrinos que se dirigen hacia la capital de Catamarca y que, por ello, se debe transitar con suma precaución por Ruta Nacional 38 y Ruta Nacional 64.
Los devotos viajan en distintos medios, gran parte de ellos caminando, en bicicleta, motocicleta o a caballo, para participar de las festividades en honor a la Virgen del Valle, que culminarán el próximo domingo 8 de diciembre con la Solemne Procesión.