Muchos padres suponen que sus hijos estarán más sanos y seguros en un mundo ultra desinfectado. Especialistas consultadas por Infobae coincidieron en que “sucede exactamente lo contrario”. Cómo criar niños con defensas fuertes.
“Vení a lavarte las manos”, “no toques eso que está sucio”, “hoy no vamos a la plaza porque hace frío y tenés mocos”, “te pongo alcohol en gel porque tocaste al perro”. Las frases, si bien son resultado de la invención de esta periodista, podrían haber sido dichas por más de un padre o una madre en busca de cuidar a su hijo y protegerlo para que no se enferme.
Como si la sola presencia de mocos, tos o un cuadro febril se tratara del fin del mundo, muchos adultos procuran por todos los medios evitar que sus hijos pasen frío, estén en contacto con otros niños enfermos, se lleven comida a la boca sin antes desinfectar sus manitos o salgan siquiera de sus casas un día de lluvia o baja temperatura.
Para ellos, la medicina tiene una mala noticia: nada de lo que hagan durante los primeros años de vida de un niño evitará que contraiga un virus. ¿La causa? Su sistema inmune durante la primera infancia está en plena maduración y en continuo intercambio con el medio ambiente. Su desarrollo se completa alrededor de los 12 años, cuando el niño posee los niveles de anticuerpos del adulto y el sistema linfático ya especializado.
Y peor aún: cuanto más pulcro y desinfectado se quiera tener a un menor, más se enfermará.
Sobre eso se explayó la médica pediatra especialista en medicina funcional en niños y adultos Mariel Dobenau (MN 127.450) en el primer festival de Medicina Funcional realizado en el país.
Según ella, “la hiper higiene en niños podría definirse como un exceso de limpieza o quizás confundir la higiene recomendada que puede ser dar con un baño o mantener el habitual lavado de manos con agua y jabón con tener chicos que viven prácticamente en una burbuja inmunológica creyendo que ese no contacto con gérmenes va a ser positivo para su sistema inmune cuando esto en realidad sucede exactamente lo contrario”.
“Estar alterando todo el tiempo con productos de limpieza o alcohol la superficie de la piel, nuestra microbiota y no permitirle a los chicos que tengan un intercambio con el medio ambiente -que brinda diversidad en la microbiota de la piel- genera que esos niños, a nivel inmunológico, tengan una falta de contacto con todos esos antígenos y tengan mucha más predisposición a alergias, a enfermedades autoinmunes, y también a no desarrollar un sistema inmune que sea tolerante”, amplió la especialista.
A su turno, la médica pediatra de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) Roxana Anahi Timo (MN 88.956) sumó que “el término hiper higiene se refiere al hábito creciente en la población del uso constante en el hogar de desinfectantes, lavado continuo de manos, uso permanente de alcohol en gel o incluso, evitar el contacto con la tierra, mascotas o cualquier ambiente natural”.
En su mirada, “esta conducta se exacerbó luego de la pandemia y se sustenta en el pensamiento de que todo microorganismo puede ser potencialmente peligroso y atentar contra la salud infantil. Y supone que en un mundo moderno y ultra desinfectado los seres humanos vivimos más seguros y sanos”.
Sin embargo, sostuvo que “nada está más alejado de la realidad; las últimas investigaciones demuestran que el ser humano es realmente un ecosistema, que se encuentra en constante intercambio con los microorganismos presentes en el medio ambiente. Y que el exceso de limpieza y la falta de exposición natural a bacterias, virus y alérgenos podría interferir con el desarrollo normal del sistema inmunológico en niños”.
Cuáles son las bases para una buena salud en la primera infancia
“Los pilares fundamentales para desarrollar un buen sistema inmunológico de nuestros niños ya parte desde el momento del embarazo -comenzó a explicar Dobenau en este punto-. Tener un embarazo saludable, intentar tener un parto por vía vaginal ya garantiza una primera impronta de microbiota, y luego, la lactancia materna que va a aportar no sólo sustancias importantes para el sistema inmune sino también para la microbiota intestinal”.
Y tras agregar que “el 80% del sistema inmune se encuentra en el intestino y ese intercambio constante que tiene el sistema inmune con lo que se come y la microbiota es fundamental para el aprendizaje del sistema inmune”, la especialista remarcó que “por supuesto una de las claves es asegurarse que los niños tengan una alimentación saludable”.
“La alimentación es fundamental para el sistema inmune de los niños y cuando nos referimos a alimentación saludable estamos hablando de una alimentación que tenga nutrientes esenciales: proteína de calidad, grasa de calidad, darles de comer carne, pollo, huevos, vegetales, frutas y lo más importante es no tener una alimentación basada en paquetes, en ultra procesados, en alimentos llenos de azúcar, en harinas, en cereales, ya que todo eso va a ir en detrimento de su intestino y eso por ende va a afectar directamente al funcionamiento de su sistema inmune”, insistió.
Así, a la serie de pilares que no deben descuidarse, agregó: “La exposición al sol es fundamental; hoy estamos frente a una pandemia de déficit de vitamina D porque los niños no se exponen al sol o toda la exposición la hacen con protector solar y eso no permite que activen vitamina D, una vitamina que hoy se sabe que es mucho más que una vitamina y es una hormona fundamental para el funcionamiento del sistema inmunológico”.
Además, “el contacto con la naturaleza es fundamental para el sistema inmune, tener intercambio de microbiota, estar al aire libre, en contacto con la tierra, los árboles, las mascotas, el contacto con otros niños, todo eso va a favorecer un sistema inmune que pueda responder correctamente”, sostuvo.