Hay un fallo de la Corte Suprema de por medio pero la disputa no se frena.
En medio de una “guerra del agua” que ya lleva medio siglo, funcionarios mendocinos acusaron a La Pampa de vender agua envasada proveniente de Mendoza.
Para los pampeanos, se trata de maniobras dilatorias para incumplir un fallo de la Corte Suprema de Justicia.
La denuncia pampeana llegó a la Corte en 2014. En 2020, el máximo tribunal estableció, hasta tanto se expida sobre la cuestión de fondo, que Mendoza debe garantizar un caudal mínimo de 3,2 metros cúbicos por segundo.
La Pampa denuncia que esa medida fue sistemáticamente incumplida por Mendoza, hasta que en el último mes fue emplazada por la corte.
A la vez, trascendió un documento del propio departamento de Irrigación de esa provincia reconociera la existencia suficiente del recurso para dar cumplimiento a la medida, que avivó la polémica.
La respuesta fue, denuncian en La Pampa, una campaña mediática tendiente a deslegitimar el reclamo, según la cual los pampeanos envasan y venden agua, como si esa fuera la razón de la creciente sequía que azota a esa provincia.
El florecimiento de las industrias vitivinícola y olivícola mendocina es contemporáneo e inversamente proporcional a la caída de los rindes en los campos pampeanos y su proceso de desertificación, especialmente en el oeste de la provincia, señalan desde La Pampa.
Aunque la posición de Mendoza al respecto no ha variado a lo largo de las distintas administraciones radicales y peronistas, en la actualidad ambos gobiernos provinciales se encuentran en puntos opuestos del arco político.
Alfredo Cornejo se esfuerza por mantener una buena relación con el presidente Javier Milei. Sergio Ziliotto, en cambio, presentó sendos reclamos ante la Corte por partidas de coparticipación adeudadas y criticó la ley de bases.
Todos apuestan al campo
A este contexto histórico se suma una coyuntura económica compleja.
El FMI, lejos de la recuperación que pregona el gobierno, anuncia para el corriente año una caída del PBI argentino de 3,5 puntos.
Aunque no liquide la cosecha, para no convalidar el tipo de cambio oficial, que considera bajo, el campo es de los pocos sectores que mantendrá un nivel de actividad importante.
La preocupación del complejo agroindustrial, además del tipo de cambio, luego de eventos catastróficos como las lluvias e inundaciones que azotaron al sur de Brasil, pasa por la creciente incidencia del cambio climático.
Distintas consultoras especializadas se encuentran abocadas a la realización de cálculos y simulaciones, para evaluar la factibilidad tanto de la implementación de sistemas de riego como de silos de hormigón, mucho más resistentes a los tornados que los habituales de chapa.
Fuente: NA