El videojuego Tamagotchi volvió con todo luego de tres décadas de su apogeo: lleva duplicadas sus ventas globales entre 2022 y 2023, pero con la particularidad de que no sólo atrajo a los millenials sino también a los más jovencitos.
Lanzado en 1997, resurgió en popularidad, lo mismo que otros clásicos de los `90, como Cartas de Pokémon, El Furby, Nintendo Game Boy, My Little Pony, y la consola Atari.
Su creador había sido Aki Maita, el 23 de noviembre de 1996, en Japón, y la comercializó Bandai.
Este dispositivo electrónico con la forma y tamaño de un huevo experimentó un resurgimiento en popularidad, con ventas globales que se duplicaron entre 2022 y 2023.
El Tamagotchi vuelve a ser furor en la Argentina tras casi 30 años
En una pantalla en blanco y negro pixelada aparece una mascota virtual. Debajo hay tres botones que permiten desplazarla por el menú.
Había sido furor tras salir al mercado y se convirtió en el primer juguete tecnológico para las masas, lo que permitía un acceso directo “al futuro”. Este aparato del tamaño de la palma de una mano adulta permitía imaginar a todos cómo sería el nuevo milenio.
Se trataba de una mascota que debía ser mantenida a diario; desde darle de comer, sacarla a pasear y proponerle diferentes actividades, con el fin de que no muriera. En Amazon, estos artefactos originales cuestan entre 20 a 70 dólares.
Este resurgimiento de los clásicos revela que la imaginación y la creatividad siguen siendo fundamentales para el desarrollo infantil, incluso en la era digital.
El Tamagotchi vuelve a ser furor en la Argentina tras casi 30 años
La nostalgia regresó a la industria de los juguetes, con la reaparición de clásicos como Tamagotchi, cuyo costo asciende a 46 mil pesos.
A pesar de la evolución tecnológica, este juguete sigue capturando la imaginación de niños y adultos por igual.
La directora de marca de Tamagotchi, Priya Jadeja, atribuye este éxito a la capacidad del juguete para combinar la nostalgia con funcionalidades modernas.
«Es realmente emocionante verlos adoptarlo», dice.
«Ahora puedes conectarte con amigos, jugar a través de Wi-Fi y descargar diferentes elementos», explica.
“Eso realmente combate esa sensación de fatiga que podrías haber tenido con algunos modelos anteriores”, añade.
Revival de los `90
En los 90 surgió la tendencia de coleccionar cartas de dibujos animados y en medio del auge de la serie japonesa Pokémon aparecieron las cartas con cada uno de los “animalitos” y sus descripciones.
El fin último era competir con otra persona y quien tuviera mejor armado su mazo, ganaba la batalla.
Del mismo modo, a la par también desembarcaron otras de Dragon Ball y Yu-Gi-Oh!
La baraja que se vendió más cara en relación con Pokémon es la que conoce como “Pikachu Illustrator Card” por 226.000 dólares.
El precio tiene como fundamento que solo se hicieron 30 y se otorgaron como premios en un concurso de ilustración.
Las demás cartas “especiales” pueden variar entre los 1600 dólares hasta los 10.000.
Otra aparición fue el Furby, un “animal” anacrónico que se asemeja a un búho y a un hámster.
Se lanzó por primera vez en 1998 y todavía se ofrece en el mercado bajo la firma de Hasbro.
Fue el primer intento exitoso de vender un robot dirigido al ámbito doméstico. Un ejemplar de esa época podría valer 250 dólares.
También resurgió Game Boy, una videoconsola portátil que apareció en Japón en 1989 y que se expandió a Europa y a América en 1990.
Si bien, en un principio, fue criticada por ser inferior al Sega Game Gear o al Atari Lynx, también cautivó a miles de niños y niñas que insistieron en tener uno.
En la actualidad, el original de aquella época, en un estado óptimo de conservación, incluso con la caja y los cartuchos de juego, podría valer entre 300 a 1500 dólares.
Los ponis de colores, que llegaron en 1983 de la mano de Hasbro, tuvieron su hora de éxito en Estados Unidos y, como en 1992 fue estrenada la primera película, la fama se extendió en el exterior.
Desde entonces la marca fue renovada cinco veces con nueva y actualizada imagen.
Los originales podrían alcanzar los 100 dólares en el mercado.