En una cancha repleta y desbordada por un público de abrumadora mayoría femenina que entonó cada una de las canciones, el cantautor guatemalteco sacó a relucir todo el arsenal artístico que lo hizo famoso.
Ricardo Arjona podrá darse por seguro que acertó al elegir cerrar el extenso tour internacional «Blanco y Negro» en Argentina, tras comprobar la noche del jueves en la apertura de esta visita en el Estadio Vélez Sarsfield que la incondicional devoción de sus fans locales se mantiene intacta.
Ante una cancha repleta por un público de abrumadora mayoría femenina, que manifestó su amor durante todo el concierto con gritos histéricos, jocosas propuestas indecentes y entonando cada una de las canciones, el cantautor guatelmateco sacó a relucir todo el arsenal artístico que lo hizo famoso.
Entre baladas de pretenciosos tonos y pop latino, fueron desfilando una buena cantidad de esos hits caracterizados por una poética que genera críticas por perpetuar estereotipos sexuales, pero que poco importa a sus fans, quienes no evidencian molestias ante cada frase, sino que, por el contrario, parecieran tomarlas como un cumplido.
Arjona echó mano a todos los trucos posibles para que el concierto, de más de dos horas, transite por un subidón emocional permanente
Tal vez el gran resumen de esto se dio cuando, antes de cantar «Desnuda», el cantautor lanzó un discurso en el que, sin ambages, dejó bien sentado su enfoque.
«Hoy, con los cuidados que hay que tener, a nosotros nos da más miedo que ganas de acercarnos a ustedes. Se han dicho muchas cosas de nosotros los hombres, ustedes pueden decir cualquier cosa de los hombres, no se preocupen, no van a tener ningún problema. El otro día una señora dijo en televisión `hombres cavernícolas descerebrados´ y no pasó nada. Vaya usted a decir que un cachorrito es un cavernícola descerebrado y va presa; pero de un hombre puede decir cualquier cosa y no pasa nada», se victimizó.
Y concluyó en medio de una ovación: «Esto ha creado una distancia y lo único que queremos es rescatar un poquito la posibilidad de acercarnos portándonos bien».
Con la impunidad de ese amor incondicional, Arjona echó mano a todos los trucos posibles para que el concierto, de más de dos horas, transite por un subidón emocional permanente, en forma de melosa balada de afectado tono romántico, de enérgica canción o de mohines.
Fue central el acompañamiento de la banda, una multinacional formación de dos guitarras, bajo, batería, un pianista, dos vientos, dos coristas y un violinista
La exacerbada efusividad también encontró una parte de explicación en que la espera para ver a su ídolo se prolongó más de lo esperado debido a la postergación de la fecha, prevista en un primer momento para mediados de septiembre, debido a problemas del artista en su columna.
Precisamente, además de los habituales carteles de las «Mujeres de las cuatro décadas» que se presentan de esa manera con la esperanza de ser elegidas para subir al escenario cuando llegue el momento de esa canción; había otros que detallaban con exactitud los días pasados desde el último show de Arjona en Argentina.
Además de clásicos de su repertorio, como «Acompáñame a estar solo», «El problema», «Te conozco», «Señoras de la cuatro décadas» y «Mujeres», entre tantos; Arjona también apeló a una gran puesta en escena, centrada en una gran pantalla de fondo que creaba la escenografía necesaria.
Télam