La reunión que mantuvieron esta semana los mandatarios constituyó un «significativo» gesto de fuerza, colaboración y unión entre las naciones vecinas y un simbólico desafío ante las advertencias estadounidenses.
La reunión que mantuvieron esta semana el líder norcoreano, Kim Jong-un, y el presidente de Rusia, Vladimir Putin, en el extremo oriental de ese último país constituyó un «significativo» gesto de fuerza, colaboración y unión entre las naciones vecinas y un simbólico desafío ante las advertencias estadounidenses, más allá de la ausencia de anuncios concretos, señaló un analista a Télam.
El encuentro fue a puertas cerradas y dejó únicamente algunas fotografías entre ambos mandatarios y una sobria declaración del Kremlin, que catalogó las discusiones de «muy sustanciales».
El Gobierno ruso aseguró simplemente este viernes que la reunión no incluyó firma de acuerdo alguno y que no estaba previsto que eso ocurriera.
A la vez, ni Putin ni Kim celebraron conferencias de prensa ni emitieron un comunicado.
«Estaba claro que el encuentro despertaría reacciones, es por eso que el hecho de que el primer viaje pospademia de Kim a Rusia se haya dado a conocer es significativo», advirtió a Télam Federico Merke, profesor asociado de la Universidad de San Andrés y director de la Maestría en Política y Economía Internacionales.
El de esta semana fue el segundo viaje de Kim a Rusia en cuatro años y el primero al extranjero desde la pandemia del coronavirus, lo que convierte a este encuentro en «tan significativo», destacó Merke.
Kim llegó al extremo oriental ruso a bordo de un tren privado y blindado, tal como lo hizo en abril de 2019, cuando se reunió por primera vez con el presidente ruso en Vladivostok, y acompañado por una importante comitiva de oficiales militares.
Esta vez, el encuentro fue en el cosmódromo Vostochni, en la provincia de Amur.
Las sospechas de la reunión sobrevolaban desde hacía una semana los corredores de la Casa Blanca y alimentaban el temor de Washington de un posible acuerdo armamentístico entre ambos países, que implicaría el suministro de municiones norcoreanas para ser utilizadas por Moscú en Ucrania a cambio de desarrollo espacial ruso, después de que Pyongyang fracasara dos veces en poner en órbita un satélite militar espía.
Con esta perspectiva entre manos, Estados Unidos advirtió a Moscú y Pyongyang sobre nuevas sanciones.
«Lo acordado se podría haber hecho manteniendo un bajo perfil, pero parece claro que ambos líderes quisieron hacer visible esta relación para señalar que pueden resistir las sanciones y el aislamiento que le impone el norte global» y continuar llevando adelante sus agendas, explicó Merke.
Asimismo, para el analista, haber hecho pública la reunión no solo demuestra la fortaleza y resistencia de estos dos líderes cada vez más aislados, sino que implica que el encuentro se dio con el beneplácito de China y su consiguiente respaldo.
«China no ve con malos ojos que Putin y Kim se junten, condenen a Occidente, hagan algo de trueque y vuelvan a sus casas», remarcó Merke, pero advirtió que «para asuntos más estratégicos, Putin seguramente deberá pasar por el visto bueno de Beijing».
A Vostochni, Kim llegó el miércoles en una limusina Aurus, de fabricación rusa.
Allí, brindó por Putin y aseguró que Rusia «se ha erigido en defensa de su soberanía y seguridad nacionales para hacer frente a las fuerzas hegemónicas que se le oponen», en referencia a Estados Unidos y las potencias occidentales, y auguró una victoria sobre «sus enemigos», un guiño directo a la guerra de Ucrania, pero sin hacer mención de forma explícita el conflicto bélico.
El encuentro fue una danza performática, coreografiada hasta el último detalle. La elección del lugar tampoco fue casual.
Analistas internacionales señalaron que el hecho de que la reunión fuera en el puerto espacial de Rusia fue un gesto de provocación, ya que sugeriría que Putin podría ofrecer tecnología de lanzamiento de satélites a Corea del Norte, lo que viola las sanciones.
De hecho, Putin expresó su voluntad de ayudar a Corea del Norte en el desarrollo de su programa espacial y satelital.
«El líder de Corea del Norte muestra un gran interés en el espacio, en los cohetes. Le mostraremos nuestros nuevos objetos», dijo el mandatario de Rusia, líder mundial en misiles nucleares a lo largo de décadas.
Las palabras de Putin despertaron preocupación en los líderes internacionales que consideran que, con el acceso a la tecnología rusa, Corea del Norte adquirirá un gran impulso para sus programas nucleares.
«Putin sabe que ayudando a Kim con tecnología nuclear -por ejemplo, para submarinos nucleares- o espacial, no solo ayuda a Corea del Norte, sino que también irrita a Estados Unidos, al aumentar las chances de alterar el balance de poder en la península. Creo que esto es motivo suficiente de preocupación para el Gobierno de Biden», remarcó Merke.
Analistas coinciden en que, a cambio, Pyongyang entregaría municiones muy necesarias para Moscú, que Rusia utilizaría en Ucrania, que en estos 18 meses ha recibido cuantiosos aportes en armas y drones de Washington y de los países miembros de la OTAN.
«Ambos líderes están aislados y sancionados y necesitan encontrar formas de apoyarse mutuamente a partir de lo que cada uno puede ofrecer al otro», indicó Merke.
«Corea del Norte necesita de todo, desde alimentos hasta tecnología de satélites o nuclear. Este año, Corea del Norte fracasó dos veces en colocar satélites en el espacio y para esto necesita colaboración rusa», indicó a Télam el especialista argentino.
Para Merke, «Kim tiene más para ganar que Putin, porque la asimetría de niveles de desarrollo tecnológico juega claramente a favor de Rusia».
«Sin embargo, Moscú necesita desesperadamente hacerse de municiones y prefiere correr el riesgo de tener municiones de mala calidad a no tener nada», agregó.
De todas formas, al no haber detalles sobre posibles acuerdos entre Rusia y Corea del Norte, sólo se trata de elucubraciones.
Si lo que ambos países están negociando es el intercambio de desarrollo tecnológico y el suministro de municiones, esto representaría la entrada de Corea del Norte como respaldo de Rusia en la guerra con Ucrania, del mismo modo en que Estados Unidos y los miembros de la OTAN proporcionan ayuda a Kiev.
El profesor asociado de la Universidad de San Andrés no ve en esto «riesgos inminentes», aunque «sí un interés de Rusia por hacerse de las reservas de municiones de Corea del Norte».
«En la percepción de Putin, la guerra en Ucrania será una larga guerra y para eso necesita la colaboración de Kim», expresó.