A pesar de que está comprobado que el vuelo traía repuestos para la Volkswagen, la oposición y ahora también el juez, que le encargó las pericias a la macrista Policía de la Ciudad, tratan por todos los medios de mantener viva la campaña mediática.
El show debe continuar. Sin que hubiera acusación alguna ni se mencionara un delito, el juez Federico Villena ordenó un operativo en el Hotel Canning Design para secuestrar los celulares de los 14 venezolanos y cinco iraníes que venían en el Jumbo de Emtrasur. Los tripulantes entregaron todo lo que se le requería e incluso brindaron las contraseñas de los teléfonos. Para no dejar dudas sobre su alineamiento político, Villena recurrió a la Policía de la Ciudad para hacer las pericias. Es que el magistrado –múltiple denunciado en el Consejo de la Magistratura– decidió aliarse a la oposición, los medios vinculados a esa oposición y a los servicios de inteligencia extranjeros poniendo en marcha una causa sin describir ningún delito ni exhibiendo alguna orden de captura.
Por lo que se sabe hasta ahora, el avión de Emtrasur no fue contratado por una organización terrorista sino por una gigantesca autopartista, Faurecia, proveedora de Volkswagen. Faurecia es la novena fabricante de autopartes del mundo y tiene sede en Nanterre, Francia.
Se contrataron al menos dos vuelos urgentes porque la fábrica alemana en Argentina se quedaba sin asientos para completar los modelos que tiene en fabricación, de manera que los vuelos salieron de la ciudad mexicana de Querétaro. Como es obvio, el itinerario estaba aprobado y la tripulación llegó a Buenos Aires habiéndole pagado a la empresa británico-holandesa Shell el combustible para el regreso. Cuando el lunes 6 de junio se dispuso todo para cargar el avión, un abogado de Shell advirtió que la empresa podría tener problemas con Estados Unidos y se negó a proveer el combustible. El piloto intentó entonces conseguir el J1 –lo que usan los aviones– en YPF y Axion, que tampoco proveyeron el combustible.
El insólito cambio Uruguay
Al día siguiente, el Jumbo pagó una carga a concretarse en Montevideo, Uruguay. Por lo tanto, se dispuso el plan de vuelo hacia allí. Nuevamente, hubo visto bueno de las autoridades argentinas y de las uruguayas: ningún vuelo puede salir sin la aprobación de las dos partes. Con el avión ya en viaje, y con sólo 20 toneladas de J1 (el mínimo tolerable es 15 toneladas), desde la torre de control de Uruguay les informaron que tenían denegado el aterrizaje «por falta de autorización», según consigna el juez Federico Villena en su escrito. Los orientales no dieron ninguna explicación.
Por lo tanto, el Jumbo volvió a Ezeiza donde, otra vez, hubo una intensa inspección del avión, sin resultado alguno. Aún así, se desató una increíble campaña mediática de derecha que, como se sabe, percibe una conspiración iraní-venezolana-kirchnerista-mapuche, aún en un avión contratado por Volkswagen. Es cierto que Volkswagen significa auto del pueblo, un indicativo de populismo, aunque en este caso se trató de un vehículo que fue punto neurálgico de la propaganda siniestra de Adolf Hitler.
Los comunicados de Volkswagen y Faurecia
Este martes, Volkswagen y Faurecia sacaron sendos comunicados diciendo que, efectivamente, el avión trajo autopartes para el modelo Taos -asientos e interiores-, pero que los envíos los gestiona un «forwarder», un agente de carga, que decide qué avión lleva las piezas a destino. En cualquier caso, la aeronave -como constataron la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) y la Policía Federal, a través del Departamento de Investigaciones Antiterroristas (DUIA) no encontró nada en el Jumbo. Subieron perros, scanners, se analizó la carga y, como era lógico, se trataba de autopartes que ya fueron descargadas y se le entregaron a Faurecia y Volkswagen
Como existe secreto de sumario, a este diario le resultó imposible en las últimas 48 horas averiguar cuál sería el delito en cuestión. Pero hasta ahora no se imputa ni contrabando ni que hayan traído armas, explosivos o drogas. Tampoco los integrantes de la tripulación figuran en las listas de personas buscadas. La aeronave estuvo, en el último mes, en México, China, Paraguay, Aruba y Pakistán. Los medios alineados con la derecha norteamericana argumentaron que ya se había advertido sobre la presencia del avión en Ciudad del Este y que eso debió llevar a prohibir el ingreso a la Argentina. No se entiende por qué. ¿Cuál sería la razón por la que una aeronave es admitida en México y es vedada en la Argentina, más aún cuando trae autopiezas?
En todo el affaire del viaje a Paraguay, más en concreto a Ciudad del Este, la oposición política y mediática se cuida mucho de hablar de que fue a buscar cigarrillos provistos por el expresidente Horacio Cartes, el amigo al que Mauricio Macri fue a visitar en plena pandemia, en vuelo privado de un avión de Cartés, sin que se entendiera la razón. El presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, lo desnudó este martes en una declaración.
O sea, desde el domingo, los opositores y el propio juez juegan a ver si pueden continuar con el show geopolítico.
Los ingredientes del show
- Que los tripulantes son demasiados, algo que, ya se explicó, no es inhabitual en empresas cargueras chicas que necesitan recambiar tripulaciones. Además, el avión fue comprado –figura en el contrato– con un convenio de asistencia técnica, o sea que los iraníes le van enseñando a los venezolanos.
- Que tal vez el piloto Gholamreza Ghasemi es terrorista, porque hay un nombre idéntico en una lista sobre exjefes de Al Quds. Migraciones ya aclaró que no, que el piloto tiene diez años menos que el homónimo. Igual el juez determinó que se le tomen las huellas dactilares y se chequee, algo que seguramente ya se hizo anteriormente en los países que recorrió el avión.
- Que el avión está observado por Estados Unidos por haber sido usado en operaciones de la Guardia Revolucionaria Al Quds. El Jumbo estuvo en México, China, Pakistán, Paraguay, Venezuela y cruzó el espacio aéreo de medio mundo. Hasta ahora no apareció documentación acreditando eso: sí rumores de servicios de inteligencia, que ni siquiera se identifican.
- Que está observado por Washington porque es parte de la corrupción venezolana. Nada hay por escrito, o por lo menos nada recibió el juez sobre el tema y se ve que en la causa no existe documento alguno porque la fiscal Cecilia Incardona, en un impulso de la causa en el que no menciona ningún delito, le pide al juez que le consulte a la Oficina de Control de Activos del Departamento del Tesoro si el avión tiene alguna restricción o se está pidiendo la incautación. En principio, la respuesta es no, porque no figura en ninguna lista. Pero suponiendo que los norteamericanos contestaran que debe incautarse el Jumbo como parte del bloqueo de USA a Venezuela ¿hay algo que obligue a la Argentina a sumarse a la política de Estados Unidos contra Caracas?
Si el avión venía con sospechas de relación con el terrorismo internacional, debió haber un informe de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), algo que desestimó el flamante titular de la AFI, Agustín Rossi. Se supone que son ellos los que tienen vínculo con las agencias de inteligencia extranjeras, más allá de que resultaría curioso que agentes terroristas se muevan en un avión tan ostentoso como el Jumbo.
En el argot judicial se le dice “excursión de pesca” al expediente en el cual no hay ninguna prueba, ninguna evidencia concreta, pero igual se investiga, por las dudas, según parece por impulso del FBI norteamericano y el Mossad israelí. El juez se quedó ahora con los pasaportes de todos, les prohibió salir del país, les quitó los celulares y se los mandó a analizar a la policía macrista. Un show donde el sospechoso es siempre el mismo: el entramado peronista, cubano, venezolano, iraní, mapuche. Por las dudas.
Fuente: Página 12