En un contexto crítico, el Ministerio de Salud de la Nación atraviesa una profunda crisis interna que afecta directamente a uno de los sectores más sensibles: el control y distribución de vacunas. A los despidos masivos de profesionales, ocurridos el mes pasado, se sumaron renuncias de médicos y expertas en plena alerta por el brote de sarampión, una enfermedad altamente contagiosa.

La Dirección de Control de Enfermedades Inmunoprevenibles (DiCEI), que tiene a su cargo garantizar la seguridad y calidad de las vacunas, coordinar acciones en casos de brotes y asegurar su accesibilidad en todo el país, ha sido fuertemente golpeada. En un mes, se despidió al 30% de su equipo y, en las semanas posteriores, una serie de renuncias masivas desmantelaron lo que quedaba de la estructura. Hoy, en pleno brote de sarampión, solo tres profesionales quedan al frente de una de las áreas más estratégicas en la lucha contra enfermedades prevenibles.
La crisis comenzó cuando la gestión del Ministerio de Salud, bajo la dirección de Mario Lugones, implementó un ajuste drástico que afectó principalmente a las áreas de vacunación y enfermedades inmunoprevenibles. Entre los despedidos se encuentran dos expertas claves en el área de sarampión y hepatitis A, quienes, además de su trayectoria, desempeñaban un papel fundamental en la coordinación y monitoreo de brotes. Esto provocó una ola de renuncias en solidaridad con sus colegas despedidos y por el creciente malestar ante la imposibilidad de seguir trabajando en un Ministerio que, según denuncian, ha abandonado sus funciones esenciales.