Lo mataron a sangre fría en el barrio de Mataderos, en Buenos Aires. Sobre quiénes recaen las sospechas a casi medio siglo de aquel triste y recordado crimen.
El Padre Carlos Mugica fue reconocido por su rol social como el “primer cura villero” en la Argentina, ya que en los años de su trabajo pastoral se involucró en muchos barrios populares de la ciudad de Buenos Aires, y su asesinato el 11 de mayo de 1974 nunca fue esclarecido pero puso las sospechas sobre dos organizaciones: la terrorista Montoneros y la parapolicial Triple A.
Porteño nacido el 7 de octubre de 1930, Carlos Francisco Sergio Mugica Echagüe tuvo relación estrecha con los grupos de izquierda extremista surgidos en la Argentina desde fines de la década del 60, con los que incluso compartió instrucción con sentido militar en Cuba, cuando en la isla caribeña ya gobernaba el dictador Fidel Castro.
De hecho, en múltiples testimonios se acredita la conexión que existía entre el Padre Mugica y Ernesto Guevara, el Che, tanto que a fines de los 60 fue enviado a Bolivia por una autoridad eclesiástica de Avellaneda (el obispo Jerónimo Podestá) para reclamar la repatriación de su cuerpo después de que fuera asesinado en las sierras bolivianas, en 1967.
Pero, ¿quién fue el Padre Mugica?
Carlos Mugica se ordenó como sacerdote el 21 de diciembre de 1959. Además de su tarea pastoral, en los primeros años de los 60 fue profesor de la Universidad del Salvador, tiempos en los que conoció a estudiantes como Jorge Ramus, Fernando Abal Medina y Mario Firmenich, más tarde fundadores de Montoneros.
Fue en esos años en los que Mugica también recibió al Che Guevara, quien estuvo de incógnito en la Argentina. El dirigente peronista Jorge Rulli contó en su biografía que el sacerdote le presentó al Che, quien estaba disfrazado de cura.
En 1968 fue enviado a estudiar a París, donde fue testigo presencial del Mayo Francés. Luego viajó a Madrid para conocer en persona a Juan Domingo Perón, quien permanecía exiliado en España, y posteriormente fue a Cuba, donde se cree que intervino en una instrucción militar junto con quienes serían futuros miembros de Montoneros.
La escalada de violencia de los grupos militantes armados en la década del 70 hizo que Mugica tomara distancia de Montoneros.
“No puedo estar ahí y por eso me separe de ellos hace tiempo, porque estoy dispuesto a que me maten pero no estoy dispuesto a matar”, le dijo el cura al periodista y ex guerrillero Miguel Bonasso, quien contó esa charla en su libro Diario de un clandestino.
El quiebre definitivo se dio con el asesinato del gremialista José Ignacio Rucci, el 25 de septiembre de 1973, sólo dos días después del triunfo en las elecciones de Perón.
Mugica se había involucrado en el regreso del líder justicialista desde el exilio, pero nunca aceptó los convites que le hicieron desde la política para ser candidato.
Según la reconstrucción histórica, Mugica calificó como un “un gravísimo error” haber dado muerte a Rucci y acusó a Montoneros de “jugar con el pueblo”.
“Con Perón en el gobierno, la democracia funcionado, las armas ustedes se las meten en el culo”, contó años más tarde Jorge Rulli el tenor de una discusión del sacerdote con integrantes de la guerrilla.
Ya en 1974 Mugica empezó a recibir amenazas. En publicaciones relacionadas con Montoneros estaba marcado como uno de los “traidores” y que, por ello, lo condenaban a muerte.
La radicalización se dio después de que Perón echara a Montoneros de la Plaza de Mayo, el 30 de abril de 1974, cuando en un discurso los calificó de “imberbes”.
El Padre Mugica fue asesinado a sangre fría el 11 de mayo, sólo diez días después del quiebre entre Perón y los Montoneros. Fue en el barrio porteño de Mataderos, donde acababa de dar misa en la parroquia San Francisco Solano, sobre la calle Zelada al 4700.
Ese día (11 de mayo), a las 20.15, Mugica salía de celebrar misa en la iglesia de San Francisco Solano –situada en la calle Zelada 4771, en el barrio de Villa Luro–. Estaba a punto de subir a su Renault 4, cuando alguien se bajó de un auto y le disparó cinco tiros.
Algunos dicen que le dispararon dos personas: varios reconocieron -entre ellos Ricardo Capelli, un sacerdote amigo de Mugica que también fue baleado en ese mismo episodio- que uno de los asesinos al subcomisario Rodolfo Eduardo Almirón.
Hombre vinculado a José López Rega (hombre fuerte del gobierno peronista de los 70 y fundador de la Alianza Anticomunista Argentina, la organización parapolicial que se conoció como Triple A), ministro de Bienestar Social por entonces. Muchos años después, un matón llamado José Carlos Junco reconoció ante la Justicia haber participado del crimen.
Es por ello que el debate sobre la autoría del asesinato de Carlos Mugica aún hoy sigue abierto: mientras el cura villero había reconocido por aquellos días su temor por las amenazas que decía ser provenientes de Montoneros, la presunta participación del custodio de López Rega en su asesinato, acreditada ya en el siglo 21 por Capelli, reinstaló las dudas.
Fuente: clarin.com