La provincia líderada por Axel Kicillof perdió el 24,9% de las transferencias que les correspondía es la más castigado, mientras que La Rioja tuvo un recorte de 23,7%. La Ciudad de Buenos Aires solo perdió el 16,8%.
En medio del conflicto por la planta de GNL que finalmente no se instaló en Bahía Blanca, el gobernador bonaerense Axel Kicillof señaló que Javier Milei tomó una decisión «política, caprichosa, ideológica y absolutamente arbitraria», algo que no está alejado de lo que verdaderamente sucede. Y es que la provincia de Buenos Aires y La Rioja son las más castigadas por la reducción de transferencias nacionales.
Durante el primer semestre del año la provicia de Buenos Aires perdió uno de cada cuatro pesos que le correspondía recibir, según un trabajo que realizó la Oficina de Presupuesto del Congreso Nacional. Sin embargo, Kicillof logró cerrar el semestre con superávit primario, mientras amplió el gasto social y llevó adelante obras de infraestructura. «Milei no soporta haber perdido las tres elecciones en la provincia de Buenos Aires, por eso ha entrado en una disputa permanente desde el primer día, por eso no es una novedad que nos haya quitado esta inversión, porque ya había quitado fondos para el salario de los docentes, los boletos del colectivo, la seguridad. Este es el camino que eligió: vengarse con todo aquel que no lo acompaña”, había señalado en una coferencia de prensa el Gobernador.
La otra provincia más afectada fue La Rioja que tuvo un ajuste del 23,7%. Ante esto la gestión de Ricardo Quinquela decidió emitir una cuasimoneda, los Bonos de Cancelación de Deuda (Bocade), conocidos como “Chachos”. En julio se emitieron unos $50 millones en cuasimonedas y en agosto serán unos $3000 millones. Quintela tiene autorización para emitir cuasimonedas por $22.500 millones, de los que 30% se pueden destinar al pago de los salarios de los empleados públicos. Según la reglamentación emitida por la provincia, los papeles sirven para comprar “cualquier producto en comercios adheridos y pagar servicios e impuestos provinciales”.
Así, las dos provincias más castigadas por la gestión de Milei son las que lideran gobernadores peronistas y con alta exposición en el debate político. El mayor distrito del país, liderado por Kicillof, perdió 24,9% de las transferencias que les correspondía recibir a lo largo de los primeros seis meses del año, en un intento del gobierno nacional de estrangular financieramente a la gestión bonaerense para obligarla a aceptar las políticas nacionales.
Buenos Aires perdió 13,9% de ingresos por transferencias automáticas y 80,5% de las transferencias no automáticas, demostrando así cuales son las decisiones nacionales. Siempre en términos reales, la caída de fondos por coparticipación federal fue de 8,8%; por asignaciones específicas 48,3%, por otras transferencias automáticas el 39,3%. En transferencias no automáticas, las caídas fueron de 73,6% para educación y de 87,2% para el Fondo de Incentivo Docente; de 57,1% para salud y 98,8% para infraestructura de saneamiento ambiental. Y directamente no recibió ningún fondo correspondiente a ATN, para políticas alimentarias, por el Fondo de Fortalecimiento Fiscal y para la caja previsional.
De todas formas, el Gobernador de la provincia de Buenos Aires logró cerrar el semestre del año con un “moderado superávit primario y un déficit financiero sostenible”, según un informe del ministerio de economía que conduce Pablo López.
Mientras el otro extremo, los distritos que menos ingresos nacionales perdieron fueron San Luis (14,1%), San Juan y Jujuy (14,3), Chubut (14,4%), Mendoza (14,6%) y Catamarca (14,9%). Incluso, Ciudad de Buenos Aires solo perdió el 16,8% de las transferencias nacionales en el primer semestre del año respecto del mismo período de 2023. En el primer semestre las transferencias totales a gobiernos provinciales y municipales crecieron 206,8% a/a en términos nominales, lo que implica una reducción real de 18,7% ajustadas por inflación.
Pero no fue todo parejo, las transferencias automáticas se contrajeron 12,2% en términos reales y la mayor caída (-50,1%) se verificó en los giros vinculados a leyes especiales (asignaciones específicas de impuestos que no conforman la masa coparticipable), según el trabajo de la Oficina de Presupuesto. Las transferencias no automáticas mostraron una caída nominal de 52%, lo que se traduce en una contracción real de 87,1% en la comparación interanual.