Desde cáscaras de frutas hasta restos de café, muchos materiales considerados basura pueden convertirse, en realidad, en un aliado del suelo.
En tiempos en los que el cuidado del ambiente se vuelve una prioridad global, prácticas como el compostaje cobran un protagonismo cada vez mayor. Lo que antes parecía reservado para zonas rurales o proyectos ecológicos específicos, hoy se extiende a hogares urbanos, balcones, terrazas y comunidades que buscan reducir su huella ecológica.
El compostaje se presenta como una herramienta clave para transformar residuos orgánicos en recursos valiosos, en especial en una sociedad que genera toneladas de desechos a diario. A medida que crece la conciencia sobre el impacto del consumo, también se multiplican los proyectos que promueven esta práctica.
Qué relación tiene compostar con reciclar
Compostar y reciclar están estrechamente relacionados, pero no son lo mismo. Ambas prácticas forman parte de la gestión sostenible de residuos.
Reciclar implica reutilizar materiales inorgánicos, como plástico, vidrio, papel o metales, para transformarlos en nuevos productos mediante procesos industriales.
Compostar se refiere a la descomposición natural de residuos orgánicos (restos de frutas, verduras, cáscaras de huevo, hojas secas, etc.) para convertirlos en abono o compost, rico en nutrientes.
Cuáles son las mejores prácticas del compostaje
Los beneficios de compostar son:
- Reduce la basura domiciliaria (hasta la mitad de los residuos orgánicos).
- Disminuye olores y lixiviados contaminantes.
- Provee un fertilizante natural que reemplaza a los químicos.