Los analistas le atribuyen el mérito de haberle puesto límite a las expectativas, pero ven un alto riesgo en otros aspectos vinculados a las reservas, la brecha cambiaria y y los ataques al financiamiento del Tesoro en pesos.
Los esfuerzos del Ministerio de Economia y la Secretaría de Comercio por dotar de mayor efectividad al programa Precios Justos no sólo se enfrenta con la resistencia de empresarios a ceder márgenes de ganancias, sino además a señales que indican que el ordenamiento de las variables macroeconómicas no será tarea sencilla. Consultores y analistas de la rama heterodoxa, que no se espantan por la necesidad de una mayor intervención del Estado, advierten sobre una sangría de reservas que pareciera no tener fin, de los riesgos y ataques que sufre el esquema de financiamiento fiscal en moneda local y acerca del camino de cornisa que representa domar el índice de inflación con la persistencia de una brecha cambiaria que no afloja.
Pese a ello, con una canasta renovada y levemente ampliada de productos con precios congelados, y con una pauta inflacionaria más baja, Precios Justos acaba de relanzarse con metas ambiciosas. Precios Justos se ha consolidadode a poco incorporando nuevas mesas sectoriales y buscando incidir en la cadena de costos: un andamiaje micro y otro macro necesarios para la continuidad de la política económica del gobierno.
Un programa y sus limitaciones
El programa Precios Justos es un eslabón más dentro de la política anti-inflacionaria que el gobierno parece no tener de forma explícita pero consiste en el ordenamiento de las variables macroeconómicas clave. Claro que ordenamiento es una palabra amplia. El equilibrio de las cuentas públicas, el ritmo de acumulación de reservas y de financiamiento monetario del déficit son marcados por el FMI. Esto, de momento, no generó desequilibrios adicionales, aunque es altamente probable que se incumpla la meta de reservas del primer trimestre de 2023. Al menos, si no se reedita un “dólar soja” para captar parte del acopio de la cosecha anterior o ingresan fondos frescos de organismos.
Desde PPI Inversiones advierten que la sangría de reservas pareciera no tener fin y febrero se encamina a tener la mayor venta de reservas para el segundo mes del año en la historia. “De sostenerse el ritmo de ventas diarias de las últimos siete a once ruedas, la autoridad monetaria se desprendería de entre 883 y 943 millones de dólares en el mes”. Con un saldo negativo también en enero y el efecto de la sequía sobre la acumulación de marzo, es factible que el gobierno deba solicitar un waiver. El stock de reservas netas debiera ser de 7.075 millones de dólares a fines de marzo frente a uno actual de 5.817 millones, según estimaciones de la consultora.
En paralelo, desde Fundar destacan que “actualmente el gobierno se encuentra llevando a cabo una política de consolidación fiscal y está haciendo todo lo posible por mantener un mercado financiero en moneda local que le permita financiar este proceso de consolidación, de forma de reducir al mínimo posible el financiamiento monetario”. Si la macro contribuye a que no se acelere la dinámica inflacionaria, el programa Precios Justos tiene más chances de funcionar.
Referencia para las expectativas
Sin perder de vista los riesgos que todavía enfrenta la macroeconomía ni los avances que consiguió la nueva gestión del equipo económico, “esta primera etapa de implementación de Precios Justos sin lugar a dudas contribuyó a reducir una dinámica de volatilidad muy marcada en los precios de los alimentos, productos de limpieza y demás productos del hogar que se había registrado en los meses previos (a noviembre de 2022) a tono con una situación crítica en materia financiera y cambiaria”, evalúan desde la consultora Sarandí.
“La motivación de un programa como éste es tener una referencia, reconstruir mínimamente los precios relativos que se habían roto, a través de un abastecimiento de determinada proporción sobre un canal de consumo que explica el 30 por ciento del consumo minorista”, esgrimen. Se supone que el programa opera generando cierto arbitraje pues en los autoservicios o comercios de cercanía, donde el mismo no llega, los precios no deberían diferir sustanciosamente de los regulados. Esto sin embargo ocurre y no es nuevo.
“Todo programa de control de precios, como Precios Justos, es parte de una política de ingresos que suele tener como objetivo incidir en las expectativas y, por lo tanto, también en la inercia”, agrega Fundar. Y cabe recordar que, con niveles altos de inflación como los que muestra Argentina desde 2021, la inercia es un determinante fundamental de la inflación.
En igual sentido se manifiesta el Centro CEPA, al señalar que ni la guerra en Ucrania, que empujó los precios de alimentos y energía en la primera mitad del año, ni la volatilidad cambiaria, que acompañó a la salida del ex ministro, parecieron explicar la dinámica inflacionaria de 2022: “la inercia especulativa fue, sin dudas, el motor de los aumentos de precios y por eso Precios Justos apuntó a atacar esa inercia directamente con los formadores de precios”.
Relanzar para cumplir y ampliar
En la etapa final del anterior programa “Precios Cuidados”, los niveles de abastecimiento y cumplimiento de las pautas de precios eran muy magros pero “con el lanzamiento del Precios Justos en los primeros meses se dió una desaceleración marcada de los precios de los supermercados”, señalan desde el CESO. Una muestra de la efectividad de los acuerdos de precio apenas se lanzan, las dudas surgen respecto a su sostenibilidad. En noviembre y diciembre el precio de los alimentos creció por detrás de la suba del IPC general pero esa tendencia se revirtió en enero, según mostró el relevamiento en supermercados de la consultora.
También observaron que en las primeras semanas de cada mes la evolución de los precios era un poquito más acelerada, y atribuían eso a que el cumplimiento de la pauta del 4 por ciento se cargaba en los primeros días del mes. Ya en diciembre esa tendencia se verificó y lo mismo ocurrió en enero.
Desde el CEPA apuntaron a la volatilidad, elevada dispersión y estacionalidad de las frutas y verduras como causantes de la inflación de enero, además de la suba del precio de la carne cuyo impacto se sentirá más en febrero. E identificaron como deficiencias del programa no haber incorporado topes de precios para estos alimentos sensibles o haber alcanzado con anterioridad acuerdos con frigoríficos y matarifes.
Como aspecto positivo respecto al relanzamiento del programa, desde la consultora Sarandí indican: “esperamos que los niveles de cumplimiento recuperen los estándares de diciembre e inicios de enero”. Eso explicaría el adelantamiento en los anuncios ya que el nuevo programa entraría en vigencia recién en marzo.
Mejorados
La segunda etapa del Precios Justos incluye una pauta de aumento del 3,2 por ciento para el conjunto de productos esenciales que no integran la canasta de los 2.000 con precios congelados y que conforman el 86 por ciento de la oferta total en supermercados. Las empresas acordaron con el gobierno desacelerar los aumentos de precios, aunque todavía esto no ha sido puesto en práctica.
Las dificultades que tendrá esta etapa son las mismas que la anterior: el monitoreo de abastecimiento es mucho más difícil que el de precios (este último ganó con un software especializado) y habrá incentivos a estoquear o retrasar los despachos si la inestabilidad cambiaria aumenta, lo cual es esperable en un contexto de caída de reservas.
El principal anzuelo para las empresas sigue siendo la aprobación para hacerse de dólares baratos para importar, lo que otorga previsibilidad en la estructura de costos, especialmente de las alimenticias. Pero la ecuación cambiará si la brecha no encuentra techo.
Fuente: Página 12