En el mundo, una de cada 12 personas tiene algún tipo de hepatitis. A nivel local, a la promoción del diagnóstico, se suma la estrategia de “revinculación” para contactar a aquellos pacientes ya diagnosticados que no se tratan.
Como cada 28 de julio, se conmemora el Día Mundial de las Hepatitis Virales. Se trata de una infección que provoca la inflamación y el daño del hígado y, según el registro de la OMS, afecta a nada menos que a 500 millones de personas. Se estima que uno de cada 12 individuos tiene algún tipo de hepatitis y que provoca un fallecimiento cada 30 segundos. Lo que aún significa más y resulta más preocupante es que, a nivel local, el 50 por ciento de los que tienen hepatitis crónica no conoce su diagnóstico. El inconveniente es que la enfermedad no presenta síntomas hasta que se detecta en un estado avanzado. Por este motivo, el principal desafío se relaciona con hallar a los pacientes a través del incentivo del testeo.
“La importancia del diagnóstico de las hepatitis es fundamental. Se trata de un conjunto de enfermedades causadas por virus que pueden tener un alto nivel de mortalidad. Son responsables de dos de cada tres casos de cirrosis hepática y de tres de cada cuatro casos de cáncer primario de hígado. Es muy relevante que exista un día para pensar y actuar al respecto”, dice Leda Guzzi, médica infectóloga de la Sociedad Argentina de Infectología (SADI).
A diferencia de otras naciones, en Argentina, tanto las obras sociales como el Ministerio de Salud, cubren la totalidad de la medicación, con independencia del estado de avance de la enfermedad. Este jueves, la titular de la cartera sanitaria, Carla Vizzotti, participará de la jornada “Llevando la atención más cerca tuyo” enfocada en la prevención de las Hepatitis B y C. En el hall del Hospital de Clínicas de la Ciudad de Buenos Aires se realizarán tests rápidos para el diagnóstico y vacunación gratuita para adultos.
En este marco, desde Salud buscan generar conciencia sobre la importancia de que los profesionales puedan ofrecer el test en la atención primaria, de la misma manera que lo hacen cuando invitan a sus pacientes a la realización de otros chequeos de rutina. “Existe un alto nivel de subregistro. Al igual que el testeo del VIH, que nos tenemos que hacer todos y todas una vez al año, es clave que incluyamos también los testeos de hepatitis al menos una vez en la vida”.
Una de las estrategias que se llevan adelante en todo el país se relaciona con la “revinculación”. Implica que los servicios de las instituciones de salud, ya sea hepatología, gastroenterología o infectología, analicen las historias clínicas de sus pacientes, para contactar a aquellas personas que tuvieron su diagnóstico en el pasado, pero luego no retornaron a la consulta para que vuelvan a tratarse.
Diferencias y similitudes entre las hepatitis
La hepatitis se caracteriza por una inflamación del hígado que potencialmente es mortal. Las cepas principales son la A, B, C, D y E, que se diferencian entre sí por sus modos de transmisión y la gravedad de la enfermedad que desencadenan.
Según especifica la OMS, los tipos B y C ocasionan enfermedad crónica en cientos de millones de personas y, en esta línea, constituyen la causa más habitual vinculada a cirrosis hepática, cáncer y hepatitis viral. Solo el 18 por ciento de los individuos diagnosticados con la B y la C recibe tratamiento, por lo que los especialistas insisten en la necesidad de prevención y acceso gratuito al test.
Mientras que la A y la E se transmiten principalmente a través del contacto con alimentos o agua contaminados con las heces de una persona infectada; la B, la C y la D lo hacen a través del contacto con la sangre de alguien que tiene la enfermedad. La B y la D también se propagan a partir de fluidos corporales, por compartir jeringas o en relaciones sexuales sin protección.
La buena noticia es que algunas hepatitis, como la A y la B, son prevenibles con la vacunación; y otra como la C tiene un tratamiento a partir de antivirales que, en tres meses y en el 98 por ciento de los casos, permite alcanzar la cura funcional: el virus está activo, pero deja de deteriorar el hígado. Al respecto, Guzzi apunta: “En Argentina existe una vacunación universal, ello quiere decir que cualquier persona se puede acercar a un vacunatorio público y solicitar que la inmunicen para hepatitis B. Para la A también hay vacuna y gracias a su inclusión en el calendario, desde 2007 no hay trasplantes de hígado a causa de esta cepa. Para la C no hay vacunas, pero sí tratamientos que son curativos». Y subraya: «Recomiendo el testeo y la vacunación porque constituyen formas de autocuidarnos y autoprotegernos”.
La estrategia mundial que sigue la Organización Mundial de la Salud tiene el objetivo de reducir en un 90 por ciento las nuevas infecciones y en un 65 por ciento las defunciones por hepatitis entre 2016 y 2030.
Un abordaje integral
De manera reciente, Argentina sancionó la Ley 27.675, que prevé la respuesta integral al Virus de Inmunodeficiencia Humana, y también incluye la Hepatitis Virales, Tuberculosis e Infecciones de Transmisión Sexual.
La nueva norma no solo garantiza el acceso gratuito al diagnóstico y al tratamiento, sino que al mismo tiempo promueve campañas de difusión de información fiable basada en la última evidencia científica disponible. De esta manera, a partir de un abordaje integral, se apunta a la desestigmatización de las personas con estas enfermedades. Solo a través de esta acción será posible que más personas conecten con el sistema de salud, realicen su diagnóstico y, eventualmente, accedan a un tratamiento.
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Fuente: Página 12