En un juicio abreviado, condenaron a dos años de prisión al hombre que viajó a España para matar a su ex mujer y madre de su hija.
El atacante, Carlos Marcelo Di Stefano, fue hasta el país europeo donde le puso un celular en el auto a su ex esposa para rastrearla y trata de cometer un femicidio.
En el juicio abreviado, que todavía deberá ser homologado, la Justicia lo encontró culpable de insolvencia familiar fraudulenta y otros delitos.
Esta salida del país fue sin autorización y lo hizo para cometer un acto atroz, por lo que tras su llegada sorpresiva a la Argentina fue detenido en el Aeropuerto Internacional de Ezeiza.
Allí se observó que tenía puesto la tobillera electrónica que le habían colocado en España para poder tenerlo monitoreado y para que no se acerque a la victimaria identificada como María Alejandra L.Q.
Reconstrucción de los hechos
Di Stefano viajó a España, donde se encuentra su ex esposa y su hija, a fines de abril. Según informaron fuentes policiales, el hombre estuvo tres días en un hotel y después alquiló un auto donde pasó el resto de los días.
Es allí donde creen que investigaba los pasos de María Alejandra tras al haber pegado un celular con cinta adhesiva debajo del chasis del coche de la mujer.
La víctima descubrió lo que estaba ocurriendo cuando un día llegó a su casa y vio que debajo de su auto había un objeto. Cuando lo agarró descubrió que se trataba de un teléfono.
«Nos mudamos después de 30 denuncias por amenazas, 12 perímetros de exclusión, nos vinimos acá tratando de encontrar paz, y cuando llego del colegio veo algo tirado en el garaje», contó Alejandra.
Ante este episodio decidió agarrar el teléfono encintado y lo llevó hasta la Policía: «Fui hacer la denuncia y en ese momento les conté mi situación. Ahí la Policía me dijo que el chip había sido comprado por este hombre con pasaporte argentino».
Por este hecho la Justicia española le impuso una restricción de 1000 metros para acercarse a su hija, a su exesposa, a los hijos de ella y a su nueva pareja.
Asimismo, remarcaron que no podía comunicarse por ninguna vía con algunas de las víctimas y además, debía abandonar el territorio de Pozuelo de Alarcón.
Fue el domingo pasado cuando Alejandra advirtió que la señal de la tobillera electrónica había dejado de dar señal. Cuando investigaron comprobaron que, sin avisar, Di Stefano fue a Barajas y tomó el vuelo UX041 hacia Buenos Aires.
“Siempre fue una persona violenta. Nos separamos en el 2010 y ahí empeoró todo. En 2011 fue a buscar a mis hijos a la casa de mi mamá, rompió un vidrio, sacó un arma de fuego y los amenazó. Después escribió las paredes con sangre», expresó.