Bomberos, policías, familiares y vecinos se juntaron para buscarlo en medio del bosque chaqueño. Estuvo desaparecido 12 horas.
Lo que consideraron “un milagro”. Ocurrió el lunes en la zona de monte nativo del Chaco salteño, más específicamente a unos 40 kilómetros de Dragones, pueblo ubicado en ellímite entre los departamentos Rivadavia y San Martín, cuando encontraron vivo a un niño de dos años que 12 horas antes se había perdido al abandonar su casa.
“Ellos (la familia) son los conocedores de ahí. Pero al pasar unas horas y no encontrarlo dieron aviso a la Policía”, contó Claudio Cita, comisario general y jefe de la recientemente creada Unidad Regional (UR) N° 14, de Embarcación, municipio del departamento San Martín.
Sucede que en el monte se deben conocer los caminos para evitar perderse. El nene fue visto por última vez en el Puesto Las Moras, donde vive con su familia (de padre criollo y madre indígena), cerca de las 11, según indicó su papá ayer martes en comunicación con el medio Panamericana Embarcación.
A las 16, un tío de la madre se acercó hasta la comisaría luego de recibir la novedad de la pérdida del nene, pese a las dificultades que hay por la falta de señal.
“La primera patrulla fue al lugar y supuestamente la familia decía que el nene estaba cerca. Pero al no encontrarlo y pasar las horas, se dispuso el operativo cerca de las 18”, dijo Cinta. Indicó que se convocó a los afectados de fuerzas de seguridad sobre toda la ruta 81, además de Bomberos y gente de la Municipalidad.
“Partieron hacia la localidad (al puesto) en tractor, porque la zona es barrosa y había llovido anteriormente”, añadió. Por estos días, las lluvias tardías que azotan al Chaco salteño provocan que los caminos estén prácticamente intransitables.
Padres, tíos y vecinos se sumaron a la búsqueda del niño. Cerca de las 22.50 (casi 12 horas después de la última vez que fue visto), y tras dar con señal en medio del monte, avisaron que una de las patrullas en la que iba el padre logró encontrar al nene a 5 kilómetros del punto inicial de búsqueda.
“Ya se había dormido, pobrecito, ahí en el barro. Cerca de un arroyo”, contó Cinta. Tres horas y media después pudieron llegar a Dragones y de allí ir hasta el Hospital en una ambulancia. “Estuvo toda la noche en observación y ya está bien, y vuelve con su familia a su domicilio”, contó por su parte ayer el gerente del Hospital de Embarcación, Facundo Orosco, al dar parte de la salud del niño tras ser atendido y dado de alta.
Las niñeces y el monte
“No es el primero que se pierde y menos mal que lo encontramos vivo. Porque hay chicos que se perdieron y perecieron en el monte”, dijo a Salta/12 Viviana Segovia, puestera de la zona cuyo padre se encuentra en conflicto de tierras con la familia Macri.
En el caso del niño del Puesto Las Moras, Segovia destacó que es muy pequeño para conocer el monte, sus peligros y bondades. Pero en general, cerca de los 5 años los chicos comienzan a adquirir los conocimientos que les permiten manejarse con cierta autonómía en el monte y los caminos sobre los que este lunes tuvieron que desplegarse varias patrullas afectadas a la búsqueda.
La puestera señaló que la época de lluvias siempre provoca grandes dificultades para el tránsito desde los puestos de la zona. “Allí solo se llega con moto o con tractor», dijo.
Sin embargo, consideró que las niñeces montaraces crean una relación “afectiva y nostálgica con el monte, los caminos, los puestos, las escuelas”. Recordó como un hábito de su niñez salir a “hondear” palomas para hacer luego un guiso. “Era lo que más me gustaba hacer, salía descalza, como lo hacíamos muchos chicos criollos y de comunidades originarias también”. Y recordó que en el caso de las personas indígenas “dependen además de la recolección de frutos como el mistol, el chañar, la tuna, el ucle (…), son todos frutos que nos da el monte y que hemos sabido comer siempre”.
“En el monte vivimos, aprendemos y nos hacemos”, dijo Segovia al dar cuenta de esa relación entre el monte que da alimento pero que en el que también se trabaja, porque en la infancia se sale a pastorear ganado menor con los adultos para aprender cómo se debe hacer.
“Cuando era niña, mi padre y mi madre iban a lechar (ordeñar vacas), a otros puestos (…), un día llegó mi papá, porque mi mamá estaba en otro puesto, y no nos encontró. Nos habíamos perdido en el monte”, contó Lucía Ruiz, dirigenta campesina de Rivadavia Banda Norte (departamento Rivadavia).
Ruiz contó que un día, junto a sus otros tres hermanos (el mayor de 12 años con discapacidad motriz también había ido), se quedaron a cargo del pastoreo de las chivas. “Pero nos dormimos y cuando nos despertamos no había una sola chiva”.
Con el temor de no poder explicar a sus padres lo que había sucedido, los cuatro (ella tenía 7 años, según recordó) salieron a buscar a los animales “huelleando” a las chivas. “Y nos perdimos todo un día en el monte. Los más chicos lloraban y la más grande (de menos de 12 años), nos consolaba también llorando”, recordó. Por suerte,lograron dar con un camino “y con los pies ya lastimados llegamos al pueblo. Mi papá nos había salido a buscar, pero no nos encontraba”.
“Cuando escuché de este niñito, a una le da pena porque conoce de algunos peligros. Animales peligrosos solo puede ser el puma y tal vez una víbora o un yacaré, cuando son tan chiquitos porque los pueden lastimar”. «Para mí, vivir en el campo es lo más hermoso. Pero claro que se debe tener cuidado, porque por ahí acarrea peligros”, advirtió.